Crecer Sin Escuela
Cuando hablamos de la no-escolarizacion utilizamos distintos términos como: "escuela en casa", "educación en casa", "aprender en casa" o "crecer sin escuela". Empleamos estos conceptos como si fueran la misma cosa. Muchas veces, creo que lo hacemos sin pensar en lo que de verdad significan, y sin darnos cuenta que son conceptos muy diferentes.
Entonces ¿Qué significa "Escuela en casa"? La imagen que a la mayoría de nosotros nos viene a la mente suele ser, justamente, la de una escuela en la casa. En esta escuela se utilizarían los mismos libros de texto, se exigiría a los niños aprender determinadas materias, a determinadas edades y, en vez de profesores profesionales, los padres serían los que se ocuparían de la enseñanza de sus hijos. Muchas veces, sólo conocemos este modelo y, por esta razón, lo utilizamos cuando comenzamos nuestra andadura como padres de niños no-escolarizados.
Pero, bastante pronto, los padres solemos llegar a la conclusión de que esto de la escuela en casa no funciona, porque, realmente, no queríamos la escuela, ni siquiera la escuela en casa. Entonces optamos por la "educación en casa". Es educación, no escuela. Y la palabra educación es mucho más amplia: puede ser una educación muy diferente a la de la escuela. Son los padres, y no la escuela, quienes deciden qué valores y qué conocimientos desean para sus hijos y la educación resulta más flexible e individualizada.
En la escuela, es el plan de estudios y los profesores quienes deciden lo que los niños tienen que aprender, cómo lo tienen que aprender, con quién, con qué y cuándo. Consideran que el niño es como una taza vacía, que hay que llenar de conocimientos, y que hay que educar para que sea un ser sociable. Educación o escuela en casa parten del mismo concepto, con la diferencia de que, en casa, el niño tiene más libertad de decidir cómo quiere aprender, su educación es más individualizada y hay que dedicar mucho menos tiempo a las tareas "escolares". Pero son los adultos quienes deciden lo que hay que aprender y cuándo.
A muchos de nosotros tampoco nos gusta la idea de "educar en casa" y preferimos llamarlo "aprender en casa", que es otra cosa completamente diferente. Aquí el niño, el que aprende, es el sujeto. Aprender es lo importante, y aprender puedes hacerlo sin que nadie te enseñe, y puede ser el mismo niño quien decide lo que quiere aprender, cómo y cuándo. Parte de una filosofía diferente sobre el aprendizaje y sobre la vida. El niño es como una planta pequeña, que crecerá hasta llegar a ser un árbol. Uno será un manzano, otra una palmera, otro un castaño... El papel de los que están a su alrededor es darles el espacio suficiente para poder crecer y desarrollarse a su manera y según su potencial.
El concepto "aprender en casa" tiene una limitación y nosotros hemos preferido llamarlo "crecer sin escuela". Y lo hemos hecho porque tampoco queríamos limitarlo a la casa, ya que no se aprende únicamente en casa. Aprender es algo que hacemos siempre, en todos los sitios, a todas las horas del día, de forma individual y a todas las edades.
En nuestra sociedad se piensa que para aprender algo, esto debe ser enseñado, por lo menos a partir de los 6 años. Porque, los niños pequeños aprenden muchísimas cosas sin que se las enseñemos. Creo que estamos de acuerdo en esto, pero, cuando llegan a los 6 años les enviamos a la escuela y les tratamos como si hubieran perdido esa capacidad de aprender por sí mismos y necesitaran ser enseñados para poder aprender las cosas.
Cuando son pequeños aprenden a hablar, que es una cosa complicadísima. Hablar es mucho más que usar la boca y la lengua para hacer distintos sonidos. Luego tienen que aprender el idioma, que no es tarea fácil, lo puedo garantizar yo misma que he aprendido el castellano siendo adulta, y todavía me queda mucho para hablarlo bien. No enseñamos a nuestros hijos a hablar, simplemente hablamos con ellos y hablamos entre nosotros ¡Creo que nadie habla con sus hijos para enseñarles a hablar! Hablamos con ellos porque estamos enamorados de ellos y hablar es una parte de la comunicación que tenemos con ellos.
Aprender a andar es también un proceso muy complejo, como podrían contarnos las personas adultas que han tenido que aprender de nuevo a andar después de un accidente. Pero los pequeños lo hacen solos.
También aprenden un montón de otras cosas, porque la esencia de la naturaleza humana es ser curioso, querer saber cómo funcionan las cosas, querer entender el mundo a tu alrededor. Quieren explorar el mundo, quieren dominarlo y quieren cambiarlo.
Los niños dedican bastante tiempo a observar. Nos observan a nosotros, los adultos, y nos imitan. Observan la naturaleza y todo lo que hay en su alrededor. Lo van tocando, probando, para ver lo que sucede. Preguntan, piensan, preguntan de nuevo, prueban de nuevo y, entonces reflexionan, hacen otra cosa y vuelven a preguntar. Cada cual a su ritmo. Y a su manera.
Los que tenemos varios hijos sabemos que lo que le interesa a uno no le interesa al otro. Uno se despierta temprano y con mucha energía y el otro prefiere quedarse en la cama hasta muy tarde y tiene más energía por la noche. Preguntan cosas diferentes, sus reflexiones son diferentes.
Aprender a leer por ejemplo: Si les dejamos, podemos ver que cada niño busca su propio método. Algunos aprenden mientras les leen, memorizan las historias y, al fin las leen. Otros aprenden con las cajas de los cereales, los carteles de la calle... Algunos aprenden los sonidos de las letras, otros de las sílabas, otros de palabras completas. Hay niños que aprenden a leer a los 4 años por sí mismos y otros a los 12 años.
Y aprenden a andar. Cada uno lo hace cuando está listo para hacerlo. Algunos antes de un año, otros al año y medio, incluso más tarde. Hay una tendencia en nuestra sociedad a pensar que es mejor aprender pronto a andar, a hablar, a comer solo, a dejar los pañales, etc. Pero en general se entiende que es algo individual y que no pasa nada si uno tarda un poco más que otro.
Pero cuando el niño llega a la edad escolar, se acaba esto. En la escuela se piensa que los niños, a una cierta edad tienen que saber ciertas cosas. En las familias con niños no escolarizados hay más flexibilidad, no es tan estricto, pero también allí sucede que los padres se ponen nerviosos cuando el niño de 9 años todavía no sabe leer.
En nuestra sociedad se sobrevalora el aprendizaje intelectual, y un aprendizaje intelectual a una edad temprana. Como nosotros, padres y madres que dejamos a nuestros hijos crecer sin escuela, hemos ido a la escuela, hemos mamado esta manera de pensar y, a veces nos cuesta aceptar que nuestros hijos pasen todo el día jugando, y jugando, y jugando... en el fondo, nos pondríamos más contentos si se sentaran con un libro.
Pero, su juego es importante, es serio, muy serio. Allí no deberíamos meternos, si ellos no lo piden, porque el riesgo es que lo vamos a estropear, que queramos hacer algo más "educativo". Lo mejor es simplemente observar. Observar cómo hacen sus propias reglas y normas. Observar como focalizan toda su atención en la tarea que tienen entre manos, sin importarles las limitaciones, sin prisa. Observar que, mientras están jugando, están demasiado ocupados para comer o descansar.
Hay niños que pasan todo el día jugando con el Lego, construyendo máquinas, vehículos, edificios, a veces mirando las instrucciones para construir alguna cosa, otras veces inventándolo. Así pasan horas y horas, días y días. Mi hija, pasaba días, semanas, incluso meses preparando una coreografía para "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi. Otra niña se pasa el día pintando. Otro niño jugando al fútbol o cocinando. Todos los días, durante años.
No están haciendo trabajo escolar, pero tienen la posibilidad de dar todo de sí mismos, en aquello que les interesa, y cuando sean adultos pueden hacer lo mismo, porque han aprendido a concentrarse en algo y no dejarlo escapar. Han aprendido el valor de la libertad de perseguir sus propios intereses y han sido felices. Los intereses normalmente cambian, pero siempre pondrán el mismo interés y esfuerzo en cualquier cosa que hagan.
Si los niños hacen estas cosas cuando tienen 4 ó 5 años, todos lo vemos bien. Pero, cuando tienen 10 ó 15 años, seguramente escucharemos a la gente quejarse diciendo que les dejamos demasiado libres, y que como los niños por naturaleza son vagos, siempre van a hacer lo que es más fácil y nunca van a aprender lo que hay que aprender (las cosas que se aprenden en el colegio). ¿Son vagos los niños? Los niños que están forzados a hacer cosas que no les interesan y que no tienen sentido para ellos, se pueden resistir e intentar todo para no tener que hacerlo. Tal vez es esto lo que se interpreta como "ser vagos". Pero yo lo llamaría estar de huelga, que es otra cosa. Y si observamos a los niños cuando están haciendo lo que les interesa, lo que menos se puede decir es que son vagos. Si observamos un niño pequeño que está intentando andar, para nada es vago. Sería mucho más cómodo seguir tumbado, en vez de luchar para ponerse de pie, caer y levantarse de nuevo, caer de nuevo, hacerse daño, intentar de nuevo, etc. En sus juegos, los niños no son vagos, muchas veces intentan justamente lo que es difícil, lo que requiere mucho esfuerzo, lo que es un reto.
El otro día estaba recogiendo castañas con mi hija. Yo cogía solamente las que ya estaban fuera de la cáscara, pero ella se empeñó en recoger las que todavía estaban dentro de una cáscara cerrada, inventando varias maneras de hacerlo, investigando las cáscaras por fuera y por dentro y pinchándose mucho. Quien eligió lo fácil fui yo, no ella. Y si, en vez de querer cambiar la manera en que los niños hacen lo que hacen, les observamos podemos ver que de vagos nada.
Cuando los niños tienen la libertad de crecer sin escuela, no piensan que esto es matemáticas, esto es lenguaje, esto es ciencias. Su vida no está dividida en asignaturas. Muchas veces, ni se dan cuenta que están aprendiendo, porque no es su meta. Quieren saber algo, no quieren aprender por aprender. Hemos tenido muchos periodistas en casa, y una pregunta típica a mis hijos fue "¿Cómo aprendes en casa?" Mis hijos ponían unas caras de tontos, diciendo que no, no aprendían nada. "¿Pero qué hacéis en casa todo el día?" "Dormimos mucho, comemos bien y lo pasamos bien", contestaban. Al principio me daba vergüenza, y para la próxima entrevista trataba de enseñarles cómo explicar lo que hacían en casa, en términos de aprendizaje. No funcionó. Ponían igual cara de no entender la pregunta. Y hoy día, se lo agradezco, porque he aprendido que, para ellos, esta terminología no significaba nada, ellos no estaban aprendiendo en casa, estaban simplemente viviendo sus vidas felices. Aprendí que nos tocaba a nosotros, los padres, traducir a los demás lo que hacían nuestros hijos, en términos que los demás podían entender: historia, geografía, matemáticas, etc.
Cuando los niños aprenden libremente, no se puede evaluar su proceso desde fuera, no se puede hacer exámenes cada año para ver si se desarrollan según su edad. No necesitan evaluaciones de fuera, ellos establecen sus propias metas, tienen sus propios patrones de medida y no están luchando por la aprobación de los adultos. Sería completamente contraproducente presionarles a producir algo para tranquilizar o otros (padres,vecinos, abuelos, asistentes sociales...) Como el desarrollo es tan individual y los intereses también, simplemente no se puede medir. El otro día vi a un señor mayor subir el Mulhacén, y pude ver su cara de contento, porque logró hacer algo que era un reto para él, y no necesitaba ninguna aprobación de nadie. Eso me recordaba lo que tantísimas veces he visto: esas caras tan contentas en los niños que han podido hacer algo que llevaban tiempo intentando hacer (andar tres pasos, construir una caja, hacer una tarta, multiplicar 8 por 8, tocar una pieza difícil en su instrumento, etc.).
¿Cuál es nuestro papel como padres? Dejar a nuestros hijos vivir sus propias vidas, dejarles libres para utilizar sus mentes, para pensar sus propios pensamientos, no significa abandonarles, significa estar mucho con ellos, responder sus preguntas, dar nuestras opiniones, hablar con ellos, proporcionar herramientas y oportunidades cuando son requeridas. Y creo que esto se facilita si los padres tienen una vida interesante, con ganas de aprender y desarrollarse, y están allí cuando a los niños les hace falta algo. La verdad es que todo es bastante fácil cuando, al fin, podemos liberarnos de la manía de educar a los niños. El proceso de liberarse de esta manía a veces es largo y duro. Yo todavía estoy en ello.
Cuando los niños tienen la libertad de poder dedicarse a sus intereses, disponer de su día libremente, hacer las preguntas que surgen de su interior, no hacer nada cuando les da la gana; cuando pueden estar con personas de todas las edades y también estar solos, aprenden. Aprenden solos, de otros, de los libros, de sus errores, de los fracasos, crecen como personas. Viviendo en este mundo, inevitablemente van a aprender a leer, escribir y contar, de esto no tenemos que preocuparnos. Y como adultos van a ser felices, entusiastas, tolerantes, confiados en sí mismos, flexibles, creativos, individualmente distintos, personas que sabrán cuáles son sus talentos e intereses y que disfrutarán desarrollándolos.
-Bippan
Entonces ¿Qué significa "Escuela en casa"? La imagen que a la mayoría de nosotros nos viene a la mente suele ser, justamente, la de una escuela en la casa. En esta escuela se utilizarían los mismos libros de texto, se exigiría a los niños aprender determinadas materias, a determinadas edades y, en vez de profesores profesionales, los padres serían los que se ocuparían de la enseñanza de sus hijos. Muchas veces, sólo conocemos este modelo y, por esta razón, lo utilizamos cuando comenzamos nuestra andadura como padres de niños no-escolarizados.
Pero, bastante pronto, los padres solemos llegar a la conclusión de que esto de la escuela en casa no funciona, porque, realmente, no queríamos la escuela, ni siquiera la escuela en casa. Entonces optamos por la "educación en casa". Es educación, no escuela. Y la palabra educación es mucho más amplia: puede ser una educación muy diferente a la de la escuela. Son los padres, y no la escuela, quienes deciden qué valores y qué conocimientos desean para sus hijos y la educación resulta más flexible e individualizada.
En la escuela, es el plan de estudios y los profesores quienes deciden lo que los niños tienen que aprender, cómo lo tienen que aprender, con quién, con qué y cuándo. Consideran que el niño es como una taza vacía, que hay que llenar de conocimientos, y que hay que educar para que sea un ser sociable. Educación o escuela en casa parten del mismo concepto, con la diferencia de que, en casa, el niño tiene más libertad de decidir cómo quiere aprender, su educación es más individualizada y hay que dedicar mucho menos tiempo a las tareas "escolares". Pero son los adultos quienes deciden lo que hay que aprender y cuándo.
A muchos de nosotros tampoco nos gusta la idea de "educar en casa" y preferimos llamarlo "aprender en casa", que es otra cosa completamente diferente. Aquí el niño, el que aprende, es el sujeto. Aprender es lo importante, y aprender puedes hacerlo sin que nadie te enseñe, y puede ser el mismo niño quien decide lo que quiere aprender, cómo y cuándo. Parte de una filosofía diferente sobre el aprendizaje y sobre la vida. El niño es como una planta pequeña, que crecerá hasta llegar a ser un árbol. Uno será un manzano, otra una palmera, otro un castaño... El papel de los que están a su alrededor es darles el espacio suficiente para poder crecer y desarrollarse a su manera y según su potencial.
El concepto "aprender en casa" tiene una limitación y nosotros hemos preferido llamarlo "crecer sin escuela". Y lo hemos hecho porque tampoco queríamos limitarlo a la casa, ya que no se aprende únicamente en casa. Aprender es algo que hacemos siempre, en todos los sitios, a todas las horas del día, de forma individual y a todas las edades.
En nuestra sociedad se piensa que para aprender algo, esto debe ser enseñado, por lo menos a partir de los 6 años. Porque, los niños pequeños aprenden muchísimas cosas sin que se las enseñemos. Creo que estamos de acuerdo en esto, pero, cuando llegan a los 6 años les enviamos a la escuela y les tratamos como si hubieran perdido esa capacidad de aprender por sí mismos y necesitaran ser enseñados para poder aprender las cosas.
Cuando son pequeños aprenden a hablar, que es una cosa complicadísima. Hablar es mucho más que usar la boca y la lengua para hacer distintos sonidos. Luego tienen que aprender el idioma, que no es tarea fácil, lo puedo garantizar yo misma que he aprendido el castellano siendo adulta, y todavía me queda mucho para hablarlo bien. No enseñamos a nuestros hijos a hablar, simplemente hablamos con ellos y hablamos entre nosotros ¡Creo que nadie habla con sus hijos para enseñarles a hablar! Hablamos con ellos porque estamos enamorados de ellos y hablar es una parte de la comunicación que tenemos con ellos.
Aprender a andar es también un proceso muy complejo, como podrían contarnos las personas adultas que han tenido que aprender de nuevo a andar después de un accidente. Pero los pequeños lo hacen solos.
También aprenden un montón de otras cosas, porque la esencia de la naturaleza humana es ser curioso, querer saber cómo funcionan las cosas, querer entender el mundo a tu alrededor. Quieren explorar el mundo, quieren dominarlo y quieren cambiarlo.
Los niños dedican bastante tiempo a observar. Nos observan a nosotros, los adultos, y nos imitan. Observan la naturaleza y todo lo que hay en su alrededor. Lo van tocando, probando, para ver lo que sucede. Preguntan, piensan, preguntan de nuevo, prueban de nuevo y, entonces reflexionan, hacen otra cosa y vuelven a preguntar. Cada cual a su ritmo. Y a su manera.
Los que tenemos varios hijos sabemos que lo que le interesa a uno no le interesa al otro. Uno se despierta temprano y con mucha energía y el otro prefiere quedarse en la cama hasta muy tarde y tiene más energía por la noche. Preguntan cosas diferentes, sus reflexiones son diferentes.
Aprender a leer por ejemplo: Si les dejamos, podemos ver que cada niño busca su propio método. Algunos aprenden mientras les leen, memorizan las historias y, al fin las leen. Otros aprenden con las cajas de los cereales, los carteles de la calle... Algunos aprenden los sonidos de las letras, otros de las sílabas, otros de palabras completas. Hay niños que aprenden a leer a los 4 años por sí mismos y otros a los 12 años.
Y aprenden a andar. Cada uno lo hace cuando está listo para hacerlo. Algunos antes de un año, otros al año y medio, incluso más tarde. Hay una tendencia en nuestra sociedad a pensar que es mejor aprender pronto a andar, a hablar, a comer solo, a dejar los pañales, etc. Pero en general se entiende que es algo individual y que no pasa nada si uno tarda un poco más que otro.
Pero cuando el niño llega a la edad escolar, se acaba esto. En la escuela se piensa que los niños, a una cierta edad tienen que saber ciertas cosas. En las familias con niños no escolarizados hay más flexibilidad, no es tan estricto, pero también allí sucede que los padres se ponen nerviosos cuando el niño de 9 años todavía no sabe leer.
En nuestra sociedad se sobrevalora el aprendizaje intelectual, y un aprendizaje intelectual a una edad temprana. Como nosotros, padres y madres que dejamos a nuestros hijos crecer sin escuela, hemos ido a la escuela, hemos mamado esta manera de pensar y, a veces nos cuesta aceptar que nuestros hijos pasen todo el día jugando, y jugando, y jugando... en el fondo, nos pondríamos más contentos si se sentaran con un libro.
Pero, su juego es importante, es serio, muy serio. Allí no deberíamos meternos, si ellos no lo piden, porque el riesgo es que lo vamos a estropear, que queramos hacer algo más "educativo". Lo mejor es simplemente observar. Observar cómo hacen sus propias reglas y normas. Observar como focalizan toda su atención en la tarea que tienen entre manos, sin importarles las limitaciones, sin prisa. Observar que, mientras están jugando, están demasiado ocupados para comer o descansar.
Hay niños que pasan todo el día jugando con el Lego, construyendo máquinas, vehículos, edificios, a veces mirando las instrucciones para construir alguna cosa, otras veces inventándolo. Así pasan horas y horas, días y días. Mi hija, pasaba días, semanas, incluso meses preparando una coreografía para "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi. Otra niña se pasa el día pintando. Otro niño jugando al fútbol o cocinando. Todos los días, durante años.
No están haciendo trabajo escolar, pero tienen la posibilidad de dar todo de sí mismos, en aquello que les interesa, y cuando sean adultos pueden hacer lo mismo, porque han aprendido a concentrarse en algo y no dejarlo escapar. Han aprendido el valor de la libertad de perseguir sus propios intereses y han sido felices. Los intereses normalmente cambian, pero siempre pondrán el mismo interés y esfuerzo en cualquier cosa que hagan.
Si los niños hacen estas cosas cuando tienen 4 ó 5 años, todos lo vemos bien. Pero, cuando tienen 10 ó 15 años, seguramente escucharemos a la gente quejarse diciendo que les dejamos demasiado libres, y que como los niños por naturaleza son vagos, siempre van a hacer lo que es más fácil y nunca van a aprender lo que hay que aprender (las cosas que se aprenden en el colegio). ¿Son vagos los niños? Los niños que están forzados a hacer cosas que no les interesan y que no tienen sentido para ellos, se pueden resistir e intentar todo para no tener que hacerlo. Tal vez es esto lo que se interpreta como "ser vagos". Pero yo lo llamaría estar de huelga, que es otra cosa. Y si observamos a los niños cuando están haciendo lo que les interesa, lo que menos se puede decir es que son vagos. Si observamos un niño pequeño que está intentando andar, para nada es vago. Sería mucho más cómodo seguir tumbado, en vez de luchar para ponerse de pie, caer y levantarse de nuevo, caer de nuevo, hacerse daño, intentar de nuevo, etc. En sus juegos, los niños no son vagos, muchas veces intentan justamente lo que es difícil, lo que requiere mucho esfuerzo, lo que es un reto.
El otro día estaba recogiendo castañas con mi hija. Yo cogía solamente las que ya estaban fuera de la cáscara, pero ella se empeñó en recoger las que todavía estaban dentro de una cáscara cerrada, inventando varias maneras de hacerlo, investigando las cáscaras por fuera y por dentro y pinchándose mucho. Quien eligió lo fácil fui yo, no ella. Y si, en vez de querer cambiar la manera en que los niños hacen lo que hacen, les observamos podemos ver que de vagos nada.
Cuando los niños tienen la libertad de crecer sin escuela, no piensan que esto es matemáticas, esto es lenguaje, esto es ciencias. Su vida no está dividida en asignaturas. Muchas veces, ni se dan cuenta que están aprendiendo, porque no es su meta. Quieren saber algo, no quieren aprender por aprender. Hemos tenido muchos periodistas en casa, y una pregunta típica a mis hijos fue "¿Cómo aprendes en casa?" Mis hijos ponían unas caras de tontos, diciendo que no, no aprendían nada. "¿Pero qué hacéis en casa todo el día?" "Dormimos mucho, comemos bien y lo pasamos bien", contestaban. Al principio me daba vergüenza, y para la próxima entrevista trataba de enseñarles cómo explicar lo que hacían en casa, en términos de aprendizaje. No funcionó. Ponían igual cara de no entender la pregunta. Y hoy día, se lo agradezco, porque he aprendido que, para ellos, esta terminología no significaba nada, ellos no estaban aprendiendo en casa, estaban simplemente viviendo sus vidas felices. Aprendí que nos tocaba a nosotros, los padres, traducir a los demás lo que hacían nuestros hijos, en términos que los demás podían entender: historia, geografía, matemáticas, etc.
Cuando los niños aprenden libremente, no se puede evaluar su proceso desde fuera, no se puede hacer exámenes cada año para ver si se desarrollan según su edad. No necesitan evaluaciones de fuera, ellos establecen sus propias metas, tienen sus propios patrones de medida y no están luchando por la aprobación de los adultos. Sería completamente contraproducente presionarles a producir algo para tranquilizar o otros (padres,vecinos, abuelos, asistentes sociales...) Como el desarrollo es tan individual y los intereses también, simplemente no se puede medir. El otro día vi a un señor mayor subir el Mulhacén, y pude ver su cara de contento, porque logró hacer algo que era un reto para él, y no necesitaba ninguna aprobación de nadie. Eso me recordaba lo que tantísimas veces he visto: esas caras tan contentas en los niños que han podido hacer algo que llevaban tiempo intentando hacer (andar tres pasos, construir una caja, hacer una tarta, multiplicar 8 por 8, tocar una pieza difícil en su instrumento, etc.).
¿Cuál es nuestro papel como padres? Dejar a nuestros hijos vivir sus propias vidas, dejarles libres para utilizar sus mentes, para pensar sus propios pensamientos, no significa abandonarles, significa estar mucho con ellos, responder sus preguntas, dar nuestras opiniones, hablar con ellos, proporcionar herramientas y oportunidades cuando son requeridas. Y creo que esto se facilita si los padres tienen una vida interesante, con ganas de aprender y desarrollarse, y están allí cuando a los niños les hace falta algo. La verdad es que todo es bastante fácil cuando, al fin, podemos liberarnos de la manía de educar a los niños. El proceso de liberarse de esta manía a veces es largo y duro. Yo todavía estoy en ello.
Cuando los niños tienen la libertad de poder dedicarse a sus intereses, disponer de su día libremente, hacer las preguntas que surgen de su interior, no hacer nada cuando les da la gana; cuando pueden estar con personas de todas las edades y también estar solos, aprenden. Aprenden solos, de otros, de los libros, de sus errores, de los fracasos, crecen como personas. Viviendo en este mundo, inevitablemente van a aprender a leer, escribir y contar, de esto no tenemos que preocuparnos. Y como adultos van a ser felices, entusiastas, tolerantes, confiados en sí mismos, flexibles, creativos, individualmente distintos, personas que sabrán cuáles son sus talentos e intereses y que disfrutarán desarrollándolos.
-Bippan
Artículo publicado en Boletín Crecer Sin Escuela número 14, enero 200
http://www.crecersinescuela.org/filosof%C3%ADa
No hay comentarios:
Publicar un comentario