lunes, 31 de diciembre de 2012

Toshiro Kanamori: Pensando en los demás.

Un documental de 45 minutos excelente sobre un profesor y su forma de tratar a los niños y su "parte emocional". Este señor llega al alma. Está en catalán y subtitulado en castellano.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Mio, tuyo o de quien lo necesite. Prestar, dejar o simplemente usar.

Poseer o no poseer, "that's the question".





Llevo ya mucho tiempo dándole vueltas al tema de las posesiones y al hecho de dejar/prestar “nuestras” cosas. Hay mucho escrito sobre este tema: Se dice que a los niños pequeños les cuesta mucho dejar “sus” cosas o por lo menos entender ese concepto. Hay quien dice que no hay que obligarles a dejar “sus” cosas hasta que ellos mismos estén preparados. Otras opiniones, menos respetuosas, dicen que hay que “enseñarles-forzarles-obligarles” a dejar las cosas ya de bien pequeños… Hay opiniones para todos los gustos.

Yo quiero ir un poco más allá con este tema. ¿Realmente es necesario que las cosas (de cada miembro de la familia) tengan un propietario? ¿No sería mejor que quien necesite algo lo use y si no se está usando lo pueda usar otro? ¿Realmente hace falta tener que pedir permiso para usar algo que nadie esté usando? ¿Por qué decimos los adultos por ejemplo, “mi taza” en vez de “la taza azul” o “la roja”?

A ver si me explico. Es evidente que usamos las palabras mio, tuyo, suyo, mi, tu, su… por inercia, inconscientemente. Yo me pregunto si no las usamos demasiado y sin necesidad. Hace años en casa también habían cosas sólo de Ainara o de Urtzi (Naikari aún no había nacido) pero a raíz de tener varias experiencias negativas con respecto a las posesiones me plantee un cambio radical de enfoque. Yo solía decir que esto es de Ainara o esto es de Urtzi y que se tenían que pedir permiso respectivamente para poder usarlas. No obstante, no me mantenía muy fiel a ello. Algo dentro de mi me decía que era “ridículo”, innecesario tener que pedir permiso para usar algo que nadie usaba simplemente por que en su día alguien se lo hubiese regalado a uno o a otro o por que uno lo había pedido el año pasado y ya tenía que ser suyo de por vida. ¿Realmente necesitan los niños saber que poseen algo en exclusiva? ¿En que les beneficia eso? ¿No les acarrea más problemas que otra cosa, esa actitud? Creo que somos los adultos los que realmente fomentamos ese sentimiento de posesión sobre las cosas al decir que algo es mio o tuyo en vez de ahora lo estoy usando yo y ahora tu y luego nadie, o sea lo puede usar el que lo quiera o necesite. Nuestro ejemplo y modo de hacer les influencia mucho. Personalmente, mis hijos nunca han tenido muchos problemas en dejar “sus” cosas. Quizás cuando eran muy bebés pero se les pasó enseguida. En cambio, sí he visto niños con un gran sentimiento de posesión. He estado observando este comportamiento durante años hasta llegar a la siguiente conclusión: Lo fomentamos y provocamos nosotros,  los adultos, sin ser del todo conscientes. Cuando nuestro hijo tan solo tiene un año o dos y le decimos que esto o aquello es suyo, le hacemos dependiente de ese objeto y si encima cuando va al parque y ve algo de otro niño y lo coge le decimos: “Eso no es tuyo, no lo cojas, es de ese nene”. El niño interpreta y aprende que las cosas se poseen y uno tiene el poder de decidir no dejarlas aun que no se estén usando. ¿Qué hará entonces nuestro hijo? Pues, agarrase a lo suyo y no querer dejarlo. He visto ocasiones en que un niño está en un parque tan tranquilo jugando con algo solito y viene otro niño y coge su triciclo, patín, pelota… y empieza a jugar con el y la madre va a su hijo y le pregunta si le deja al niño jugar con su pelota, patín, triciclo… El niño, que ni tan siquiera se había dado ni cuenta, automáticamente responde que no. Es la actitud de la madre la que provoca en el niño ese “no”. Ella le da ese poder de decisión (la opción de decir no) al niño al preguntarle si se lo quiere o no dejar cuando ni tan siquiera se dio cuenta. Es como si el niño pensara: “Ah, pero… ¿puedo decidir no dejárselo aun que no lo necesite? Pues… entonces… no, no se lo dejo”. Al cabo de los meses y años, ese mismo niño puede un día llegar al parque y darle “su” bici a su madre y decirle que se asegure de que nadie la toque. La bici se pasa la tarde apoyada en el banco sin que nadie la disfrute. Claro que la bici es del niño pero podemos verlo de otro modo. El niño es quien la ha pedido y quien tiene la preferencia para usarla. Pero si un hermano u otro niño (amigo o no) la quiere o necesita, personalmente, pienso que debería poder usarla siempre y cuando no la esté usando nadie. Deberíamos poder usar y disfrutar de las cosas en vez de poseerlas sin más. Cuando les damos a los niños el “poder” de decidir si dejar algo o no aun que no lo estén usando no les hacemos ningún favor, en mi opinión. ¿Por qué un niño tiene la necesidad de no dejar algo que no está usando o necesitando? ¿Qué hay detrás de ese comportamiento? Cuando actuamos así es por que en el fondo los queremos respetar pero confundimos el respeto con fomentar otro tipo de valores. Les podemos respetar igualmente sin fomentar la posesividad por el simple hecho de haber comprado algo. Yo lo veo parecido a lo de fomentar la competitividad en el juego preguntando quién gana o quién ha perdido. Muchas veces los niños ni se plantean eso. Volvemos a ser los adultos quienes les “enseñamos” lo que precisamente, a veces, queremos evitar. ¿Por qué algo es más nuestro que del tendero, del fabricante, del diseñador… por el simple hecho de haber pagado 30 euros por ello? ¿Eso hace que yo tenga el poder total y absoluto para decidir que nadie puede usarlo o tocarlo sin mi consentimiento? ¿Por qué no simplemente usarlo mientras lo necesitemos y luego pasárselo a alguien más?

Nosotros tenemos muchas cosas recicladas, de segunda mano, prestadas, regaladas… en casa. La ropa de mis hijos va de persona en persona. La prima mayor se la pasa a Ainara y luego pasa a Naikari. Hay ropa que la pueden usar las dos. La ropa no es de Ainara o de Naikari. Simplemente Ainara la está “usando” ahora, antes la “usaba” su prima y el año que viene la usará Naikari si aún se puede llevar. Con todo lo demás pasa lo mismo. Urtzi es quien pide, necesita, desea los dinosaurios, los puzles, las pelotas, el violín… pero si él no lo está usando cualquiera puede usarlo sin tener que pedirle permiso. ¿Por qué iba él a tener el poder de decidir quién puede y quién no puede usar o disfrutar de algo que él no está usando ni necesitando en ese preciso momento? ¿A caso se puede alguien sentir bien viendo que alguien quiere usar algo que no necesitamos y negárselo? ¿En qué lugar queda la empatía? Lo único que sí intentamos respetar en nuestra casa es si alguien quiere o necesita ese “algo” en concreto que pidió en su día pues se lo devolvemos (dejamos de usarlo). Al no tener ese “poder”, alternativa para poder no dejar algo aun que no se use, casi nunca hay disputas por nada. Nadie le quita las cosas al otro sin más o por que son “suyas”. Ese argumento no vale, no tiene peso. Puede pasar que dos quieran algo al mismo tiempo pues ellos mismos suelen decidir que quien lo pidió en su día tiene preferencia o un rato cada uno... De hecho está en la casa gracias a que alguien lo pidió y de este modo todos podemos disfrutar de ello.

Habrá quien no estará de acuerdo con este planteamiento y quizás estará pensando: “Yo no dejo mi coche, ni mi ropa, ni mi…”a cualquiera aun que no lo necesite o no lo esté usando”. Supongo que la mamá que piensa así es la misma que le dice a su hijo/a que si no quiere dejar algo que no lo deje aun que no lo esté usando. Yo sí he dejado ropa y seguiría dejándola si no la voy a usar. También deje mi coche (de soltera) durante un año entero a un chico africano del pueblo por que nunca lo usábamos (siempre usábamos la furgoneta). Mucha gente no se podía creer que le hubiese dejado a Meisa el coche sin más. Lo único que le pedí, fue que si lo necesitábamos nosotros algún día me lo dejase y que no quería que lo usara los fines de semana más que para ir a trabajar. No queríamos que lo usara para ir de fiesta con los amigos. Se lo dejábamos para ir a trabajar y comprar. Un sábado me llamó al timbre tarde de noche para decirme que su hermano llegaba el domingo al aeropuerto de Barcelona (vivimos a hora y media de Barcelona) y me preguntó si podía ir a buscarle. Podía haber ido y seguro que no me hubiese dado cuenta pero no lo hizo. Al cabo de un año lo necesitamos y él se compro un coche igual. El día que me lo devolvió me dijo con lágrimas en los ojos que estaba muy agradecido y que nunca nadie había hecho algo así por él o confiando en él de ese modo… Yo también me emocioné. Mis hijos estaban presentes. Ellos lo vieron tan natural: “No usábamos el coche, él lo necesita, pues se lo dejamos”.

Creo que no hacen falta muchas más palabras, ¿verdad?

No hace falta que dejemos nada valioso para dar ejemplo a nuestros hijos. La verdad es que nunca me hubiese planteado prestar nada “mio” para demostrar nada, simplemente ocurrió y lo hice sin más.

Un día hablando sobre este tema con mi pareja, me dijo que cómo iba a dejarles usar el ordenador del trabajo o una herramienta peligrosa. No tenemos que dejarles usarlo todo. Podemos explicarles que ese ordenador es muy importante y que no nos podemos permitir que le ocurra nada malo. Dar esa explicación no es lo mismo que decir: “El ordenador de papá no se toca” o “No puedes usarlo ya que es de papá”. No pueden usar el ordenador del trabajo por que es muy delicado no por que sea de papá. De igual modo que no pueden usar la sierra eléctrica por que es demasiado peligrosa, no por que sea de papá o mamá. Si hay un hermanito/a pequeño/a en la casa pues más de lo mismo. No podemos dejar que  rompa o  estropee algo. Pero, repito que no es lo mismo decir: “no se toca por que no es tuyo” que por qué es frágil o delicado. Decir: “no te lo dejo por que es mio”, es una decisión arbitraria. No hay motivo aparente sino solo sentimiento posesivo por poseer y tener.

A nosotros nos va muy bien de este modo e incluso he visto como mis hijos han resuelto problemas con otros niños sobre este tema diciendo cosas tales cómo: “Ya sabemos que esta bici la usabas tu antes de que la usara tu hermana, simplemente la está usando ella ahora por que tu tienes la grande y ya no te hace falta esta”. A lo que el niño responde: “Vale, vale… pero es mía”. Y la hermana dice: “Que no, ahora es mía”. Si desde un principio ellos hubiesen visto que las cosas se usan, utilizan y  tienen  cuando se necesitan sin tener que poseerlas, ahora no tendrían este “problema” de apego cuando en realidad ya no necesitan el objeto en cuestión.

Personalmente, no creo que sea tan difícil ser algo más conscientes de cómo usamos las palabras y el poder que ejercen en nuestros hijos. Podemos empezar por cambiar el mio, tuyo… por el verbo usar. Luego viene lo más difícil: dejar de apegarnos tanto a las cosas materiales.

¿Cómo manejáis vosotros/as el tema de las posesiones?

 

 

 

domingo, 23 de diciembre de 2012

Navidad sin tanto derroche por Laura Gutman.

Celebrar la Navidad con menos recursos económicos.

La antigua costumbre de festejar las buenas noticias -compartiendo tradicionalmente buena comida y buena bebida- se ha ido transformando en una exagerada carrera por comprar objetos y regalos de todo tipo. Muchos de nosotros somos víctimas de una modalidad instalada de la que no sabemos cómo escapar. Compramos porque todos esperan recibir, porque corresponde, porque somos buenos padres, buenos hermanos, buenos hijos o buenos yernos. Compramos y nos endeudamos y dedicamos días enteros tratando de satisfacer posibles deseos ajenos. Paradójicamente, las crisis económicas como las que estamos viviendo, pueden acercarnos un lado positivo. Es verdad que la primera sensación es de escasez y limitaciones incómodas. Sin embargo, podemos convertir esta situación externa en una experiencia con matices interesantes. Si este año no hay tanta disponibilidad de dinero, no es necesariamente algo malo: Los encuentros entre seres queridos son gratuitos. La meditación o las propuestas para vivir entre adultos y niños alguna experiencia enriquecedora en términos espirituales, también son gratuitas. Conversar entre todos sobre nuestra realidad emocional, familiar, económica o financiera para decidir en conjunto cómo celebraremos las fiestas, nos puede ofrecer un grado de intimidad y acercamiento desconocido hasta entonces.

Todo lo que el dinero y el consumo tapa, la falta de dinero deja al descubierto. Es verdad que pueden aparecer miserias y egoísmos pasados, pero también podemos poner sobre la mesa las buenas intenciones para mejorar los vínculos. En estos casos, los niños serán los principales beneficiados. Porque no es verdad que los niños esperan juguetes. Los niños esperan ser amados. Si eso sucede, pueden comprender que esta vez no habrá regalos o que serán pocos, si en compensación recibirán propuestas afectivas diferentes.

Cuando nosotros fuimos niños, había menos consumo y menos disponibilidad de dinero que en la actualidad; y aún así recordamos momentos colmados de magia. Si pudiéramos relatar a los niños cómo vivíamos las fiestas, podremos lograr que los encuentros entre los seres queridos valgan la pena.

Por eso, en lugar de lamentarnos por todo lo que no podemos comprar en este momento, o bien si sentimos el hartazgo por tanto ruido y estrés; aprovechemos la oportunidad. Conversemos con los niños y escuchemos cómo imaginan ellos pasar las fiestas sin gastar dinero. Nos sorprenderemos de la creatividad y buena voluntad que los niños tienen para derrochar.

 
Laura Gutman.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Casas: Ambientes preparados y no tan preparados.


 
 
Os quiero mostrar unas cuantas fotos de diferentes rincones de casas de familias home-unschoolers. He estado meses preparando este post y recopilando fotos. Aun me han quedado casas por visitar y fotos por recibir pero ya no quiero postponerlo más. Quizás más adelante os muestre más interiores, exteriores, ambientes preparados y no tan preparados. Sois varias las mamás que me habéis pedido este resumen. Espero os guste y os ayude e inspire. Muchas gracias a todas las familias que me habéis mostrado vuestras casas y las que me han enviado sus fotos. 
 
 


 

Estas cajas las usan varias familias de diferentes formas. Aquí las tienen para almacenar los juegos y juguetes.



Otro rincón de juego y almacenaje.



Esta estantería me encanta. Esto de ver los libros de frente es genial.



Un riconcito en la cocina de mamá y papá.



Aprovechando una esquina.



Libros en la habitación de dormir.



Rincón de relax y lectura.



¿Qué disfraz me pongo hoy?



Bonito detalle para colgar los dibujos.



Estudio para toda la familia.



Rincón de carpintería.
 


Aquí Naikari con su amiguita Vinyet en casa de Mar y Dani.
 



Salita funcional.
 


Este es el pasillo de nuestra casa.



Aquí nuestro rincón de juegos y materiales.



Otro rincón de nuestra casa.



Esta foto la tomé hace ya algún tiempo, ahora estos estantes estan llenos de manualidades.



Un rincón en nuestra cocina.



Mis mejores "amigos", los libros. El estudio donde papá pasa "demasiado" tiempo.



Mi rincón favorito de lectura.



La casita que papá les hizo en el garaje.
 


Nuestro espacio de carpintería. Urtzi se pasa horas aquí solito haciendo sus "cositas".
 


Niakari se lo pasa en grande "cocinando" mientras yo estoy en la cocina, también.



Hay familias que viven en pleno campo en tan sólo 50m2 de casita.



El dormitorio. Una litera de camas de matrimonio. Tienen 3 hijos.



Un rinconcito.



Escritorio y juegos.



Rincón de lego y construcción.
 


Mapa mundi con fotos de monumentos.
 


Otra casita de tan solo 40m2.
 


Aquí dos hermanos se relajan leyendo. 
 


La mayoría tenemos los materiales y juegos en estantes de fácil acceso y visión.





Lugar de trabajo para toda la familia.



La auto-suficiencia sí es posible. El año pasado visitamos a esta familia encantadora. Viven sin corriente electrica y en dos estancias de unos 20m2 cada una.



Me encantó compartir su día a día.



Se lo construyeron ellos mismos con materiales varios.



Otro estudio con video-teca y dvd-teca.



Más libros.



Bonito rincón de música y arte.



Pasillo bien aprovechado.




No puede faltar una pizarra.



Bonito sofa aprovechando un hueco.




Más materiales y juegos.



Muchas familias tiene el estudio y comedor en un solo ambiente.



Bonito detalle para poner los libros.





Aprovechando la subida de la escalera tienen sus vinilos.



Muchas familias vivimos sin tele. Aquí una pantalla "quita y pon" para ver cine en casa.



Un rincón en la cocina de Aritzkuren: comunidad-pueblo de Navarra el cual visitamos cada año.



Sala de juegos y biblilo.



Aquí Urtzi con el trapecio.



Este año estuvimos con más amigos de Catalunya.



El gallinero que nos ha hecho papá.



Disfrutando de la arena en casa.
 


Otro arenal.
 


Más exteriores.
 


Rincón de pintura.
 


Que mejor que saltar un rato.
 


Y para relajarnos nada mejor que unas hamacas.
 


Otra hamaca con tirolina.
 


Rincón de estudio de dos hermanos adolescentes.
 


Las "educajas" de Marvan.




Estanteria con libros que parte una habitación en dos.



El rincón de una nena de 3 añitos y su hermanita bebé en el comedor de su casita.



Aquí os dejo un post que hice sobre L'Atzavara con unas fotos preciosas del espacio y el entorno.

http://welivelearning.blogspot.com.es/2012/05/la-atzavara-punto-de-encuentro-de.html

Aquí os dejo esto de la casa de unos amigos homeschoolers:

http://orca-alce.blogspot.com.es/2011/03/education-is-atmosphere.html

Esto es del blog  de Homeschooling Spain.

http://www.homeschoolingspain.com/2012/06/espacio-educativo-en-galicia.html

http://www.homeschoolingspain.com/2011/02/espacio-educativo-alana-y-familia.html