domingo, 30 de marzo de 2014

La influencia de nuestra infancia a la hora de relacionarnos con nuestros hijos y demás personas.

La influencia de nuestra infancia en cómo criamos y educamos a nuestros hijos.

La infancia que cada uno de nosotros ha tenido y ha vivido deja su huella al caminar. En ocasiones somos clones de papá o mamá: hablamos como ellos, nos comportamos como ellos, incluso podemos llegar a pensar cómo ellos… Otras veces no queremos ser cómo mamá o papá y entonces actuamos por oposición: no quiero usar sus mismas palabras o frases, no quiero vestir cómo él o ella, no quiero parecerme a ellos…

Ser auténticos y sinceros con nosotros mismos a pesar de lo vivido es tarea difícil. Tanto si repetimos lo vivido (ellos me hicieron por tanto yo ahora te hago) cómo si nos oponemos a ello (no voy a ser cómo ella o cómo él en nada) nos aleja de esa autenticidad única que cada uno de nosotros ya tiene y es.

¿Cómo puedo saber que lo que hago, digo y pienso lo hago como Yvonne y no simplemente por repetición (al haber sido la hija de…) o por oposición (no voy ni quiero ser como ellos)?

No es nada fácil llegar a saber que partes de mí son realmente mías y cuales prestadas. Los introyectos que nos “tragamos” de pequeños sin digerir son los que solemos repetir, sin darnos casi ni cuenta, con nuestros hijos. Por introyectos entendemos todas esas órdenes, todos esos mandatos, todas esas creencias, todas esas frases que nos decían u oíamos. Por ejemplo los que venían de la familia: tú no sabes, tú no vales, no interrumpas cuando los adultos hablan, vete a la cama, déjame, no molestes, ¿dónde vas con esa ropa?, con las manos no se come, el pelo así no te queda bien, tu opinión no importa, no botes, para ya, ¿Cuántas veces te he dicho que…?, a mí no me mires así, hay que estudiar para llegar a ser alguien de provecho, importa más lo que uno tiene que lo que uno es… Los que venían del cole: cállate!, ahora eso no importa, ¿eres tonto o qué?, tienes que hacerlo te guste o no, tienes que estudiar sino en un futuro no serás nadie, siéntate bien, no hables con…, los deportes y lo artístico no son importantes… Los culturales: los niños no lloran, compórtate como una señorita, los niños ver, oír y callar, da las gracias, di por favor, dale/dame un beso, los niños juegan a pelota y con coches y las niñas con muñecas, hay que tener carrera, trabajo, coche, casarse y tener hijos antes de los 35… Introyectos recibimos y seguimos recibiendo cada día de nuestras vidas. Lo importante es saber con cuales me quedo porque me sirven y cuales descarto porque ya no me sirven. Cuales me he creído y cuales ya no me creo. En vez de tragárnoslos sin digerir, podemos saborear algunos que sí van con nosotros y desechar los que no van con nosotros. Todos hemos recibido mensajes sutiles de cómo teníamos que ser, cómo nos teníamos que comportar, qué podíamos o no decir y cuándo. Y para tener el reconocimiento, la aceptación o la atención de mamá, papá, el profesor, el abuelo… hacíamos lo que ellos esperaban de nosotros. Entonces es cuando empezamos a dejar de ser nosotros mismos por miedo a ser rechazados, no tenidos en cuenta o no queridos ni aceptados tal y cómo éramos. ¿Eso es lo que queremos que les vuelva a ocurrir a nuestros hijos? Yo no quiero que mis hijos se pasen media vida buscándose a sí mismos cómo estamos haciendo muchos de nosotros hoy en día.

Porque nos cuesta tanto cambiar todo lo aprendido? ¿Qué imposibilita el cambio?

Primero que todo, yo diría que la falta de modelos es una cuestión muy importante. ¿Cómo podemos dar algo que no hemos recibido ni sentido? Si no tenemos ningún registro emocional de haberlo vivido  o sentido es muy difícil poder darlo y encontrarlo dentro de nosotros. Si no fuimos respetados ni tenidos en cuenta del modo en que todo niño legítimamente le tocaría serlo, ¿cómo voy a poder empatizar con las necesidades de mi bebé y luego con las de mis hijos pequeños y por último con las de los adolescentes? Hoy en día nos hace mucha falta poder ver cómo SÍ es posible relacionarnos con los niños de otro modo. Sin autoritarismos, ordenes, presiones, obligaciones, castigos,premios… Y con más respeto, libertad, confianza, armonía, paz, amor… Pero, ¿dónde están todos esos modelos?

En mi opinión, también pienso que el hecho de no ser fiel a papá y mamá puede ser un gran impedimento a la hora de querer o ver necesario un cambio. Si hago las cosas distintas a como ellos las hicieron es como si no les aceptará, no los reconociera, los desaprobará... Podemos llegar a entender, comprender y validar el por qué nuestros padres lo hicieron cómo lo hicieron pero eso no significa ni quiere decir que nosotros tengamos que hacerlo igual. Podemos decidir y tenemos el derecho de poder hacerlo distinto. Ellos lo hicieron lo mejor que en ese momento pudieron hacerlo aunque nosotros hayamos sufrido algunas consecuencias de sus actos. No olvidemos que ellos también vivieron su infancia de manos de nuestros abuelos. Pero el aquí y ahora con nuestros hijos  está en nuestras manos en este preciso instante. Mi próxima interacción con ellos puede ser y quiero que sea más armoniosa y amorosa. Nosotros podemos escoger qué haremos con todo eso que me ocurrió, con todo eso que me hicieron, con todas esas palabras y frases que aún me hacen eco en la cabeza. No solo nos afecta lo que nosotros vivimos si no también lo que nuestros hermanos y hermanas tuvieron que vivir mientras nosotros éramos testigos.

Yo escojo responsabilizarme de mis actos.

¿Qué podemos hacer con todos esos “automáticos” que nos salen sin casi darnos cuenta?

Deberíamos preguntarnos: ¿qué me enfada tanto? ¿cuál es el detonante y cuál la causa real? ¿en qué momento me sale el automático? ¿con qué conecto? ¿dónde y de quién lo aprendí?

Cuando nos enfadamos, muchas veces, lo que sentimos es un reflejo de experiencias vividas en nuestra infancia. El corazón se nos acelera a medida que vamos emitiendo juicios sobre lo sucedido, la cara enrojece, la visión se estrecha y estamos a punto de hacer o decir algo que seguro va a empeorar las cosas.

Como algunas de nuestras heridas no pudieron ser sanadas cuando éramos niños es más fácil que cuando alguien despierta esas viejas heridas en nosotros, explotemos. Lo que nunca pudimos hacer o decir de niños lo hacemos o decimos de adultos. Lo trágico es que descargamos nuestras frustraciones y nuestra rabia contra las personas equivocadas (en nuestros hijos en vez de contra nuestros padres, profesores, abuelos, vecinos…). Así es como este patrón sigue generación tras generación.  

¿Qué propósito tiene nuestro enfado?

Cuando nos enfadamos nos desconectamos de nuestra esencia y de lo que nos hace sentir bien. Es una señal de alarma que nos dice que alguna necesidad no está siendo satisfecha como es debido. En vez de reprimir lo que sentimos y enjuiciar a los demás, lo que podemos hacer es descubrir que necesitamos y satisfacer tales necesidades de una forma más constructiva y amorosa. Podemos pedirle al otro que nos ayude a satisfacerlas hablando de qué me pasa a mí cuando… y de cómo me siento en vez de exigirle que lo haga.

Las emociones de hoy conectan con las emociones y necesidades pasadas. Y cuando nos enfadamos lo que nos sale es nuestro niño/a herida. En realidad no somos los adultos los que discutimos o nos enfadamos sino que salen nuestros niños interiores. Cuando gritamos, criticamos, enjuiciamos, castigamos, peleamos… con nuestros hijos, allí no hay un adulto y un niño sino que lo que hay son dos niños. Nuestro hijo/a y  nuestro niño interior.  El desencadenante de nuestro enfado no es la causa. La causa suelen ser nuestros pensamientos sobre aquello que ha pasado o se ha dicho. Y los juicios que nosotros emitimos sobre lo que ha pasado. Esos juicios los aprendimos de pequeños. Nuestros padres, profesores, abuelos los emitían a los demás adultos o hacia nosotros mismos por lo tanto eso lo aprendimos hace mucho tiempo.

A veces nos cuesta mucho saber identificar qué es lo que sentimos realmente. Recuerdo una conversación que tuve con una amiga hace poco. Ella me dijo (después de una disputa con su hija): “Siento unas ganas tremendas de pagarle”. Yo le dije que eso no era un sentimiento. Al cabo de unos segundos me dijo de nuevo: “Siento ganas de gritar”. “Eso tampoco no es un sentimiento le dije de nuevo, es una reacción emocional. Tú quieres gritarle y pegarle porque te está haciendo sentir de algún modo, ¿verdad?”. Ella entonces se quedó en silencio unos instantes y finalmente respondió: “Me siento muy, muy impotente y frustrada”. Ahí lo tenemos pensé. Está llegando a la raíz de sus reacciones. Su impotencia y frustración la hacían relacionarse de ese modo con su hija. En ese momento podría haber salido la terapeuta que hay en mí  y le hubiese podido decir: “¿Qué edad tenías la primera vez que sentiste esa misma impotencia y frustración? ¿Quién te hacía sentir así?”. El comportamiento de su hija la estaba conectando con sus heridas pasadas.

El único modo que tenemos para poder entender y honrar los sentimientos de nuestros hijos es honrando y aceptando los nuestros primero. Cuando no conectamos con nuestras propias emociones y sentimientos somos incapaces de entrar en el mundo emocional de nuestros hijos.

Un sentimiento viene del corazón. Una reacción emocional es un mecanismo automático que viene de nuestro patrón inconsciente del pasado.

Según los principios básicos de la Comunicación no Violenta, cuando nos enfadamos es porque escuchamos nuestros pensamientos y emitimos juicios sobre lo que la otra persona ha hecho o dicho. Entonces nos sentimos mal. Hay algo que nos hace sentirnos incómodos y detrás de ese sentimiento hay una necesidad no satisfecha. Las necesidades no satisfechas que más nos llevan al enfado son: la no aceptación, no sentirnos queridos, no tenidos en cuenta,  no sentirnos importantes, no disponer de suficiente tiempo, la necesidad de paz y tranquilidad, la falta de silencio, la falta de conexión con nuestros padres, parejas o hijos…

Cuando nuestras necesidades están satisfechas nuestros sentimientos son agradables, por tanto, nuestra actitud es armoniosa.

Un ejemplo podría ser este. Imaginemos que una mamá está sola en casa todo el día con sus dos hijos y cuando llega el padre tarde por la noche de trabajar ella explota diciendo: “Tu ahí sentado sin hacer nada y yo todo el día aquí sin parar con la casa y los niños…” Esta mujer dice estar enfadada con su marido por que no la ayuda. Sus pensamientos o juicios quizás sean: es un vago, un egoísta, no se preocupa por nosotros, yo no le importo, no me cuida… Lo que esta mujer no ha hecho es hablar de ella y de cómo se siente y qué necesidad hay detrás de lo que siente ni tampoco le ha pedido nada al marido. Le podría haber hablado de ella diciendo: “Estoy cansada y agotada, te echo mucho de menos, me encantaría poder hablar contigo y que me hicieras un masaje en los pies.” Las mujeres solemos dar por sentado que nuestras parejas saben lo que queremos y necesitamos aun sin que se lo digamos, ¿verdad? ¿Dónde aprendimos a comunicarnos así? Pues, sin duda en nuestra infancia. ¿Cómo se trataban nuestros padres? ¿Qué modelos nos daban? Lo que  esta mujer quizás sienta y necesite sea: me siento sola, te necesito, te echo de menos, quiero que me abraces y me escuches… Solemos actuar y pedir desde la crítica en vez de hablar de nosotros, nuestras necesidades y de lo que nos pasa por dentro. La carencia que esta mujer tiene y siente ahora no es solo de este preciso momento. El aquí y ahora la hacen conectar con sus carencias pasadas.

Cuando a alguien le hablamos de cómo nos sentimos y de qué necesitamos la otra persona crea menos resistencias que si empezamos con críticas y reproches, ¿verdad?

Para que esos automáticos dejen de salir sin pensar ni darnos cuenta lo mejor que podríamos hacer es responsabilizarnos de nuestro niño/a interior. ¿Cómo? Dándole nosotros lo que mamá y papá no pudieron darle en su día. Podemos tener un dialogo con él o ella y decirle que le queremos tal y como es, que le aceptamos tal y como es hoy, que lo que es, hace y siente esta bien… También le podemos preguntar qué necesita y qué echa de menos ahora. Si nosotros nos hacemos cargo de nuestro niño/a interior ya no le hará falta salir tan a menudo pidiéndole a nuestros hijos, parejas, familiares y amigos que le den lo que no le fue dado de niño. Nuestros automáticos ya no tendrán tanta necesidad de salir si nos preocupamos de nuestro niño/a interior. Un ejercicio que hicimos, el año pasado, en el intensivo de “Figuras Parentales” en mi formación de Psicoterapia Gestalt, el cual me gustó muchísimo, fue escribirle una carta a nuestro niño/a herido.

Algo que a mucha gente le va muy bien es expresar la rabia, el enfado y la frustración reprimidos golpeando un cojín por ejemplo o gritando al viento. Una vez nos hemos desahogado podemos gritar lo que necesitamos y sentimos. A mí personalmente, lo que me suele ir super bien es escribir lo que siento ahora o lo que sentí entonces y lo que necesito ahora. Lo importante es saber que esas emociones que salen como automáticos (gritos, críticas, insultos, ganas de pegar…) son antiguas y el simple hecho de darme cuenta de esto hace que yo pueda responsabilizarme de mis actos. Repito, ¿con qué conecto en ese preciso instante? ¿qué necesidad hay detrás de lo que estoy sintiendo?

Tratar a los niños y relacionarnos con ellos con amor y respeto nos puede ayudar a sanar viejas heridas. Tratemos a todos los niños de nuestra vida como nos hubiese gustado que nos trataran a nosotros de niños. Démosles todo el amor, aceptación, atención… que a nosotros nos faltó y cambiemos la historia de su vida.

¿Cómo podemos sanar viejas heridas de nuestros hijos?

Primero disculpándonos y perdonándonos a nosotros mismos, luego simplemente dándoles el doble de lo que les falto en su día: el doble de amor, el doble de atención, miradas, aceptación, besos, abrazos, conversaciones, masajes… Cuando nuestros hijos están dormidos me gusta darles las gracias por ser cómo son y también me disculpo por errores que he cometido o cosas que les he dicho o hecho. Aunque ya se lo haya dicho en persona me encanta volver a hacerlo mientras duermen. Me parecen momentos mágicos. También lo suelo hacer con mi pareja. Verlos allí durmiendo a todos (nosotros practicamos colecho) mientras yo les voy susurrando cositas a cada uno me emociona mucho y mi niña interior se va sanando poco a poco. ¿Qué daría yo por poder oír a mi madre o a mi padre decirme algunas de las palabras o frases que yo les digo a mis hijos? De hecho también me las digo a mi misma de vez en cuando y de un modo u otro me sirve, a mi niña interior le sirve.


Démosles otro modelo, el mejor que podamos y esté en nuestras manos, para que, de este modo, ellos puedan criar a sus propios hijos aún mejor que nosotros lo hemos hecho con ellos y así podamos romper la cadena de una vez por todas y para siempre. Seamos el cambio que ellos necesitan ver y sentir.

viernes, 28 de marzo de 2014

Libro: La Ley del Espejo de Yoshinori Noguchi.

Este libro me ha tocado muy, pero que muy hondo en el corazón. He resonado mucho con esta historia y me ha hecho llorar varias veces.

Es la historia de una preocupada mamá por su hijo. Según ella (lo que ella cree ver e interpreta) su hijo es acosado por unos compañeros... Su marido le aconseja pedir ayuda, no para el hijo sino para ella. Allí es cuando ella descubre qué es lo que hay realmente detrás de todo. La relación que ella tuvo y sigue manteniendo con su padre es la clave de toda esta entrañable historia de amor entre padre e hija y madre e hijo y mujer y marido... No os cuento más. 


PDF:

file:///C:/Users/Yvonne%20Laborda/Downloads/La_Ley_del_Espejo.pdf

https://groups.google.com/forum/#!msg/vivir-bien/5SbKfSQkeyw/J3FCkRCXG_YJ

martes, 25 de marzo de 2014

Libro: Resolver los conflictos con la comunicación no violenta.

Me he leído el libro de Marshall B. Rosenberg y lo he disfrutado mucho. Ya hablé un poco de sus otros libros aquí.

Esta vez quiero hablaros de los principios de la comunicación no violenta según este autor.

Él da mucho énfasis a la pregunta: "Que tipo de relaciones queremos?" Y una vez sabemos cómo son esas relaciones soñadas, nos vuelve a preguntar: "¿Cuál es mi intención?".

A la primera pregunta podemos contestar diciendo que queremos relaciones respetuosas, empáticas, sinceras, armoniosas, intimas, profundas, comprensivas, de igualdad, honestas, verdaderas...

Los principios de la Comunicación No Violenta son estos 4 pasos:


  • Los hechos (sin emitir juicios ni escuchar a mi cabeza)
  • ¿Qué siento? (al ver lo ocurrido)
  • Mis necesidades (¿Qué necesidad hay detrás de lo que estoy sintiendo?)
  • pedir (¿Cómo pido lo que realmente necesito?)
Para poder llevar a cabo estos 4 pasos debo, primero, pararme antes de hablar, conversar... con el otro. Si además podemos empatizar con el otro la conexión aún será más profunda.


Os recomiendo el libro:


resolver los conflictos con la comunicacion no violenta-marshall b. rosenberg-gabriele seils-9788415053057


Aquí en PDF el primero que me leí de la Comunicación no Violenta:


http://www.cofmalaga.es/wordpress/wp-content/uploads/2012/10/ComunicacionNoViolenta.pdf




También os quiero recomendar esta charla de Pilar de la Torre en la cual nos explica los principios de la comunicación no violenta y la importancia de satisfacer tanto nuestras necesidades como las del otro.




























lunes, 24 de marzo de 2014

No es más inteligente el que más nota saca.

Fuente:http://www.abc.es/familia-educacion/20130927/abci-ocho-inteligencias-gardner-201309251302.HTML

COPIO:

Durante muchos años se ha creído que el niño que mejor sumaba y restaba o el que más nota sacaba de la clase era el más inteligente. Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se relacionaba con los demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Ahora se sabe que debemos educar para resolver los problemas que nos encontremos en la vida, no para destacar en el colegio», asegura Esperanza García Ruíz, coordinadora pedagógica de las escuelas infantiles Alaria, y asesora de la juguetería Imaginarium.
El responsable de este radical giro en la educación, recuerda esta experta, es el psicólogo norteamericano Howard Gardner, Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales por su teoría de las ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial (dibujar, interpretar un mapa), la musical, la corporal (danza, deportes), la intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la interpersonal (conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y clasificación de las cosas).
Este concepto, dado a conocer por este laureado profesor de Harvard allá por los años ochenta, está ahora más en boga que nunca. De hecho su tesis, además de reconocer al máximo nivel capacidades que antes eran menospreciadas frente a las habilidades académicas tradicionales, ha obligado a muchos pedagogos a intentar replantear el sistema educativo. «Aunque en las primeras etapas todos tenemos que aprender lo mismo, no todos lo hacemos de la misma forma, ni en el mismo momento. Cada uno tiene sus tiempos, y es importante respetarlos», aclara esta experta.

Desde el hogar

Las familias también tienen mucho que decir de esto. «Es importante que los padres sepan que ninguna inteligencia es más que la otra. Todas son igual de importantes», remarca Esperanza García Ruiz. Eso sí, prosigue, «es fundamental que los padres sepan detectar cuanto antes en qué destacan, qué es lo que más les gusta a sus hijos, o aquello que les resulta más fácil aprender. Y ojo, porque muchos deben hacer un gran esfuerzo por ser realistas y separar entre lo que a ellos les gustaría que fuera el niño y lo que este de verdad es. Como dice Gardner, es crucial no proyectar en ellos sus prioridades, pasiones ni debilidades». «También deben conocer aquello que más les cuesta, para darles apoyo en esa área», añade.
¿Cómo? «Ofreciéndoles estímulos de todo tipo para que jueguen, manipulen, se muevan... Los niños aprenden jugando. Pero igual de importante es saber ilusionar a los más pequeños en el aprendizaje». Además, concluye García Ruiz, «los padres se pueden llevar más de una sorpresa. La inteligencia no es estática y, por fortuna, el ser humano está aprendiendo durante toda su vida».

 

jueves, 20 de marzo de 2014

La importancia del juego libre y espontáneo.




En este Hangout María José me ha dado la oportunidad de poder hablar de un tema, para mí, muy importante. El hecho de jugar libremente es mucho más que pasar un rato entretenido. El juego es la actividad que todo niño escoge por voluntad propia y a todas horas... ¿Qué pasaría si les dejásemos jugar tanto y cómo ellos necesitasen? ¿Qué son los materiales desestructurados? ¿Qué imposibilita que el niño pueda jugar con todo su potencial? ¿Qué objetivo tiene realmente el juego para un niño?...

Estas y muchas otras preguntas son respondida en este vídeo.


Stella, una integrante de nuestro Mastermind para familias que educan en casa y quieren una educar de manera consciente, ha tenido una inciativa que se anuncia también en el programa. 
Stella ha creado una comunidad privada en google plus. Se llama CLUB DEL FUEGO para niños y niñas educados fuera de la escuela.
Todos los viernes y durante una hora, a las 10,30 am hora de Colombia, los niños pueden encontrarse en la comunidad y compartir.
La idea es que los padres no dirijan el encuentro pero si los acompañen.
El correo de la comunidad es clubdelfuego@gmail.com
Qué iniciativa tan buena!!!

miércoles, 19 de marzo de 2014

Nuestro día a día (diciembre, enero y febrero 2014).




Aquí Ainara haciendo una de sus representaciones. Le encanta el teatro. Este años los 3 van a teatro juntos, ahora estan ensayando una obra. Empezó a ir Ainara los jueves y al final  contagió a sus hermanos.


Aquí los 3 disfrutando de un baño caliente.


Mostrando 20131209_123258.jpg

A principios de diciembre junto con una amiga y sus hijos fuimos a la Universidad de Psicología y Ciencias de la Educación de Tarragona a dar una charla sobre la Educación en casa. Por la tarde yo di otra para otros 100 alumnos.


Ainara disfrutando de un momentito de calma leyendo antes de acostarse.


En las Esplanes, en casa de nuestros amigos. 


Andreu y Xavi separando las olivas mientras los niños disfrutaban jugando.


Ainara escribiendo unos de sus libros-cuentos. Últimamente prefiere escribir en el ordenador y luego imprimirlo. Dice que le cuesta menos y va más rápido.


Haciendo unos ejercicios de yoga en casa con unos amigos.



Para Navidad hicimos un árbol de los deseos junto con más familias en Manresa. Cada niño y adulto puso su deseo en el árbol y lo dejamos allí para compartir.


Aquí una foto de grupo. Parece un postal, ¿verdad?


En Cataluña es tradición el "Tió de Nadal". Aquí están despertándolo.


Una mañana cosiendo. Ainara y Urtzi haciendo un bolsito y Naikari un tapiz.


Naikari recogiendo los huevos de nuestras gallinas.


Ainara y Urtzi disfrutando en el parque de Navidad de Mollerussa.


En fin de año visitamos unos amigos en Mieres, Girona. Este volcán es el Croscat, está en la Garrotxa a 6 km de Olot.


Aquí en Mieres en casa de Naila y Ónia haciendo una obra de teatro.


La noche de Fin de Año la pasamos con la comunidad Kanawen en el valle de Biert. Aquí los niños jugando antes de la cena y el ritual.

04

Aquí Andreu encendiendo la hoguera para el ritual.

01

Aquí estoy yo con Naikari.

05_01

Dando las gracias y enviando nuestros deseos...


Los niños disfrutando de la cena.


No faltó música en directo y baile.



Un padre de la comunidad y su hijo tocando el "bong" para las 12 campanadas.


Fue un placer despedir el 2013 y dar la bienvenida al 2014 rodeados de tanta gente encantadora.

24

Naikari y su amiguito Saüc durmiendo bajo una mesa mientras los demás charlábamos.


Al día siguiente hicimos una excursión por los valles.


Este puente lo hicieron Naila, Ónia, Ainara y Urtzi solitos. Es que los niños son increíbles si les dejamos serlo...


Para Reyes fuimos a Barcelona como cada año a casa de mis tías. Aquí están con mi prima Gloria.


Los Reyes Magos les trajeron un fin se semana en la nieve para toda la familia.


Aquí Urtzi haciendo un tapiz.


Urtzi y su amiga Irene jugando ajedrez en la cocina.


Uno de los montajes de Ainara con el playmobile y las maderitas. Últimamente pasa horas jugando con estos muñequitos...


Urtzi relacionando unas targetitas que hice para Ainara hace años. Las vio y quiso usarlas. Son palabras escritas que luego relaciona con las de los libritos de Teo.



Aquí el grupo de mamas en Mollerussa. Cada mes doy unas charlas-coloquios junto con Pilar sobre Crianza con Conciencia.


Naikari ya va en bici sola. Aquí estamos en el "Estanque de Ivars".


Hay muchas especies de pájaros. Se dice que más de 200.


Ainara nos hizo esta bonita foto.


Naikari relacionando numeritos. Ella solita coge algun que otro material de vez en cuando y se pone un ratito. Últimamente todo lo relacionado con los números le interesa mucho.


Urtzi me pidió que le cortara el pelo y se lo escalé un poco pero finalmente quiso cortárselo cortito y nuestra amiga Pilar se lo cortó un día en casa. 

Visitando la Fabrica de Chocolate Cal Simon en Sant Sadurní d'Anoia. Urtzi es el del medio con el pelo corto. Me cuesta acostumbrarme a verlo así, siempre lo ha llevado tan largo.


Aquí el grupo de familias. La chica nos explicó cómo se hace y de donde viene el chocolate. 


Después de la visita fuimos de pic nic a Vilafranca del Penedes.


A principios de febrero fuimos a casa de mi prima Gloria y de Ion en Puigcerdá. El fin de semana de los reyes fue una experiencia muy bonita para los niños. Aquí Urtzi bajando solito.


Ion ayudando a Naikari.


Ainara con Gloria. Hace dos años mi prima les regaló un día de esquí y este año quisieron repetir.


Ainara y Naikari jugando con el trineo mientras Urtzi esquiaba con mis primas.


El fin de semana del 7, 8 y 9 de febrero estuvimos en Vitoria ya que yo daba unas charlas-talleres. Aquí podéis ver la charla de presentación que dí. El 21 y 22 de marzo vuelvo a Vitoria con más tallers sobre Crianza respetuosa. Aquí os dejo el programa.


Urtzi montando una especie de moto.


Aquí el resultado final.


Nuestra amiga Mar y sus hijos vinieron a pasar un par de días en casa. Aquí la tenemos leyéndoles.


En la fiesta de cumpleaños de Ivan. Su mamá Lilian, también hizo pasteles para otros dos papás que también cumplían años. Los pasteles son una obra de arte. 





Laura ha tenido su cuarto hijo. Aquí de visita en su casa.

Urtzi preparando unas croquetas de espinacas.


Ainara escribiendo un cuento, esta vez, a mano.


Urtzi escribiendo en letra de imprenta. Hasta ahora solo ha escrito, muy poco, en letra mayúscula. Al ver a Ainara escribir en letra de imprenta, él también quiso aprender y ahora le gusta ir practicando  de vez en cuando. Parece mentira como van aprendiendo los unos de los otros... El mejor maestro, en ocasiones, puede ser un niño explicándole a otro lo que él ya sabe.


Aquí están construyendo una cabaña mientras yo disfruto leyendo y tomando el sol. 


Hace 3 semanas que he vuelto a correr todas las mañanas. Aquí estoy en la pista de atletismo de nuestro pueblo. Urtzi viene conmigo algún día. Si se quedan con su padre me voy por los caminos...



Aquí los 3 jugando mientras yo doy vueltas por la pista.


Este año Urtzi hace basquet y también sigue con su pasión por el hokey. Ainara también ha empezado el basquet con él hace un par de semanas. 

Aquí en casa de Laura haciendo jabón.


Últimamente estoy aprendiendo a hacer patés vegetales. Aquí tengo uno de olivas negras y semillas, otro de setas y tofu, otro de calabacín  y nueces y uno de zanahorias con almendaras al curry.


Ainara disfrazada de pirata. La espada que tiene en la mano se la hizo su hermano Urtzi.


Aquí están los tres. Urtzi también de pirata y Naikari de osita. Este mismo día fuimos a ver a Era, la yegua que tenemos apadrina. También celebramos el cumpleaños de Aaron.



Aquí dando un paseo por la montaña.