Las necesidades
básicas y superiores según la pirámide de Abraham Maslow.
Aquí os dejo este corto video de 1 minuto donde se explica cuáles son las necesidades
más básicas, sin las cuales no podemos satisfacer las más elevadas.
Sino satisfacemos nuestras necesidades primarias es muy difícil poder tener
la capacidad mental, cerebral, cognitiva, emocional y motivación intrínseca
para luego poder y querer aprender. El aprendizaje formal es una de las
necesidades más superiores.
Para poder criar a nuestros hijos de la forma en que la Naturaleza y la
Vida misma lo programó y estableció, primero tenemos que saber qué es lo que un
niño realmente necesita. ¿Cuáles son sus necesidades básicas y primarias? Para
saber eso no hay que ser ningún experto ni haberse leído decenas de libros. Tenemos
que recuperar nuestros instintos y escucharnos más y mejor. Simplemente
escuchando, viendo y respondiendo a las necesidades de nuestros hijos en el
momento en que surgen.
Empecemos por las más básicas. Todo mamífero de la especie animal desde un
ratón hasta una ballena amamanta a su cría a demanda hasta el destete
espontaneo. Los niños se destetan todos entre los 2 y 6 años de edad más o
menos. Ninguna cría es alimentada con la leche de otra mamífera que no sea de
su misma especie. Ningún gato toma leche de leona por ejemplo. ¿Por qué les
damos leche de vaca (por muy maternizada que esté) a nuestros hijos? La
naturaleza no programó eso. Las crías de los mamíferos duermen con sus madres
desde el primer día. El vínculo de apego, de seguridad y la auto-estima
empiezan en esos primeros días y meses. Un recién nacido no está preparado para
dormir en una cuna sólo y alejado de su mamá. Legítimamente, a un bebé, le per
toca estar con su mamá día y noche El colecho (dormir con los padres) en la
infancia debería ser un derecho y no un privilegio. Hay niños que han podido
sanar viejas heridas por el simple y maravilloso hecho de dormir con sus padres
aunque de pequeños no lo hicieron. Si nuestros hijos se duermen en nuestros
brazos (de bebés) y cuando los dejamos en una cuna lloran es porque en realidad
saben que ese no es su lugar. El llanto de un bebé nos indica, SIEMPRE, que
algo estamos haciendo mal o que una necesidad no está siendo satisfecha. Nadie
pide lo que no necesita (y menos aún un recién nacido) a menos que nos hayan
“adiestrado” para ello. Hoy en día muchos niños son separados de sus mamás
largas horas con sólo meses.
El libro de Jean Liedloff El Concepto del Continuum es imprescindible para poder recuperar toda esa sabiduría perdida.
Para primero poder querer satisfacer las necesidades de nuestros hijos que
no es lo mismo que simplemente querer hacerlo, primero tenemos que “sanarnos” o
por lo menos darnos cuenta de cómo nos criaron a nosotros. Una vez hayamos hecho
eso, sabremos qué no queremos repetir o qué queremos seguir haciendo o qué
queremos hacer pero de otro modo. A veces repetimos modelos casi sin darnos
cuenta. Solemos hacerles a nuestros hijos lo mismo que nuestros padres nos
hicieron a nosotros. O lo que vemos a nuestro alrededor. Eso no siempre está
mal, lo importante es que seamos nosotros los que realmente y de corazón
estemos escogiendo ser y tratarlos así. Que no sea por simple repetición o
interiorización de valores. Nadie nos ha enseñado a respetar las necesidades
motrices y de desarrollo de nuestros hijos. Según Emmi Pikler estas
necesidades son primordiales y fundamentales para luego tener un desarrollo
óptimo del cerebro y más tarde un aprendizaje formal (intelectual). Hay muchos
niños a los cuales no se les deja empezar a nadar por si solos. Muchos padres,
con la mejor de su voluntad, ponen al niño sentado o de pie mucho antes de que
el niño esté físicamente preparado para ello. Dicho de otro modo, les forzamos.
Todo niño tiene un nivel de desarrollo diferente pero todos se sentarán y andarán
cuando estén preparados motrizmente para ello. No hay necesidad alguna de
“ayudarles” o forzarles. El mensaje que interioriza y aprende un niño es que él
no puede, no sabe y que necesita ayuda para hacer cosas que en realidad sí
puede hacer el sólo si le dan el tiempo y espacio necesario. En el libro de
Emmi Pikler “ Moverse en Libertad” lo explica maravillosamente.
No es nada fácil ser el padre o madre que desearíamos para nuestros
hijos pero el simple hecho de querer serlo ya es el primer gran paso hacia esa
gran meta. En el camino muchas veces nos equivocaremos y volveremos a los
patrones antiguos (les gritaremos, les pegaremos, les amenazaremos, los
castigaremos, los premiaremos… sí, premiar también es una forma de manipulación
y la otra cara de la moneda del castigo…). No obstante, aun cuando nos
comportemos de un modo indeseado o injusto no debemos castigarnos a nosotros mismos
por ello sino más bien aprender de ello y permitir que nuestros hijos también
saquen algo positivo de ello. ¿Pero cómo pueden sacar algo positivo de un grito
o de una bofetada? Me explico, si en ese mismo instante en que nos damos cuenta
de que no deberíamos haberle gritado nos ponemos a su lado y a su altura y nos
disculpamos y le contamos que no es su culpa que ha sido mamá la que ha perdido
el control y que mamá se siente fatal por lo sucedido… Entonces nuestro hijo
podrá ver que mamá también hace cosas mal pero que intenta no volver a hacerlas.
Disculparnos de corazón por algo que hemos hecho mal es crucial y absolutamente
necesario. Con eso no sanamos la herida por completo pero al menos no queda
“enquistada” ni el niño o niña se siente culpable por algo que un adulto le ha hecho.
Cuando nos comportamos mal con un niño y más si es nuestro propio hijo, el niño
piensa que merece eso y lo acepta. El adulto no siempre tiene la razón y el
niño debe saber eso. Yo me he dicho una y otra vez que no volveré a gritarles o
no les meteré prisas por llegar a tiempo… pero no sé exactamente cómo pero
siempre hay un día de esos que me sale ese grito o un “vega corre”. En una
ocasión le dije a mi hija mayor que lo sentía mucho y que me ayudará a llegar a
ser la mamá que quiero y la que ella merece y necesita. También le dije
(entonces tenía 6 años) que la quería mucho pero que yo sólo hacía 6 años que
era mamá y que todavía estaba aprendiendo a serlo lo mejor que sé y puedo. Su
carita cambió por completo y me dijo: “Ya lo sé mamá, no te preocupes yo te
enseñaré”. Cuando un niño se siente mal se suele comportar “mal”. Un niño feliz actúa felizmente. Tenemos que
querer e intentar cambiar su estado de ánimo para luego ver como su actitud
cambia de inmediato.
Hoy en día tenemos muy poco en cuenta las necesidades más básicas de los
niños, aun pensando que sí, y sin las cuales no pueden desarrollarse adecuadamente.
Para que un niño pueda mostrar interés y ganas por aprender es
imprescindible que primero estén sus necesidades físicas, emocionales y básicas
satisfechas.
Quiero enfatizar en estas un poco más.
Necesidades
físicas básicas
Los niños y adolescentes se sienten mal, sufren, se deprimen, se angustian, se comportan
de un modo violento, son agresivos, inquietos… cuando estas necesidades no se
satisfacen.
Aire
Los niños necesitan aire fresco y
limpio varias veces al día para poder renovar el oxígeno del cerebro. Un niño
que permanece largas horas en un sitio cerrado no tiene esa necesidad
satisfecha.
Comida
Los niños necesitan comer comida sana y en poca cantidad varias veces al
día. Unas 5-7 veces, para mantener los niveles de azúcar en sangre estables. Es
imprescindible que coman cuando tienen hambre y que no coman cuando no la
tienen. Escuchar nuestro cuerpo es tan o más importante que escuchar nuestra
mente o corazón.
Hidratación
Como ya sabemos, el 70% de nuestro cuerpo es agua. El agua de buena calidad
es imprescindible para la vida. Nuestros hijos necesitan beber regularmente y
preferiblemente agua. Una mala hidratación o un consumo excesivo de refrescos
dañan el cerebro.
Eliminación
Los niños necesitan tener la libertad de poder usar el baño en cualquier
momento del día. Tener que aguantarse puede ocasionar problemas digestivos
entre otros.
Temperatura
confortable
Los niños tienen un metabolismo diferente al de los adultos. Están en pleno
periodo de crecimiento y eso nos diferencia. No sienten el mismo calor ni frío
que un adulto. Es importante que se puedan desnudar o quitar ropa si tienen
calor y que cuando sientan frío se la volvamos a poner. Muchos niños se ponen
la chaqueta cuando sus madres tienen frío y no cuando ellos lo sienten.
Dejarles sentir su cuerpo es muy importante para luego poder sentir otras
sensaciones: calor, frío, hambre, sed, ganas de hacer esto o lo otro, saber que
quieren o no…
Los pies son nuestro termostato pero ya de bien pequeños nos lo
“estropearon” tapándonoslos enseguida. Si nos fijamos bien, un recién nacido se
frota mucho los pies uno contra el otro. Cuando son más mayores lo primero que
se quitan o quieren quitar son los zapatos y/o calcetines. Los pies tapados dan
mucho calor. Si les damos libertad, la mayoría de niños quieren ir descalzos o
se descalzan al llegar a casa. Pensamos que van a coger frío pero en realidad
somos los adultos los que tenemos los pies fríos y no ellos. Una persona no se
resfría por pasar frio si no por tener las defensas bajas. Tener nuestro
termostato “estropeado” baja las defensas en picado.
Sueño
Los niños más que nadie necesitan dormir cuando tienen sueño y despertarse
cuando ya no lo tienen. Si se les da libertad, ellos también saben escucharse y
pedirnos que les acompañemos a dormir o simplemente se duermen en nuestra compañía.
Los adolescentes suelen necesitar ir a dormir más tarde y por lo tanto
levantarse más tarde, también.
Actividad
física
El cerebro y el cuerpo de un niño necesitan actividad física constante, frecuente
y continuadamente durante todo el día. Cuanta más actividad física menos
desordenes de comportamiento o problemas emocionales. Hay niños que no pueden concentrarse en nada
hasta que no han satisfecho esta necesidad.
Afectividad
Aunque sea una necesidad emocional, el cuerpo y el celebro de un niño
necesitan afecto constantemente para poder desarrollarse óptimamente. Los niños
y adolescentes a los cuales se les besa, abraza, acaricia… con frecuencia son
niños más calmados, felices y estables emocionalmente hablando.
Seguridad
física
Los niños necesitan sentirse seguros en sus casas y demás sitios. Un niño
no pude sentirse físicamente seguro si le gritamos, amenazamos, pegamos,
castigamos…
Necesidades
básicas emocionales
Emmi Pikler nos cuenta que niños de orfanato los cuales recibían cuidados
físicos adecuados pero no emocionales no llegaban a sobrevivir o vivían menos.
El cuidado emocional de un niño es tan o más importante que el comer o
beber.
Los niños y
adolescentes necesitan:
Sentirse queridos, valorados, respetados por quien realmente son y no por
lo que mamá o papá quieren que sea, tenidos en cuenta. Ser abrazados,
acariciados, besados, masajeados. Ser hablados y escuchados con respeto, poder jugar libremente y desestructuramente. Atención individualizada de mamá o papá
cada día o por lo menos de vez en cuando. Sentirse seguros para poder
equivocarse y luego rectificar si es el caso. Poder tomar sus propias
decisiones. Saber que son importantes y que su opinión cuenta tanto o más que
la nuestra.
Una vez satisfechas tanto las necesidades físicas básicas como las
emocionales ya estamos listos y preparados para el aprendizaje formal.
Entonces es cuando tenemos que seguir respetando sus ritmos, intereses y
demás necesidades. ¿Qué sentido tendría querer hacerle aprender esto o aquello
ahora o luego después de haber respetado todo lo anterior?
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