miércoles, 22 de julio de 2015

A veces dar el pecho no es la mejor opción...

Este libro y artículo de Ibone Olza me ha hecho reflexionar mucho.


lactivista


Hay madres que han intentado amamantar y lo han dejado a la semana del parto, con grietas en los pezones y dolor en el alma. Madres seropositivas que han optado por la lactancia artificial para excluir por completo la posibilidad de transmitir el VIH a sus bebés por la leche. Madres que sufrieron abusos sexuales en a las que la sola idea de que el bebé succione su pecho les produce un profundo malestar. Madres anoréxicas o bulímicas a las que alimentar a sus bebés les supondrá un esfuerzo gigantesco y tal vez una recaída. Madres que son maltratadas en sus partos y que salen del paritorio anuladas y sin ninguna energía para poder sostener a sus bebés. Madres que adoptan y madres consiguen serlo tras haber superado un cáncer.
Son infinitas las razones por las que una madre puede decidir no amamantar, y cada una de ellas merece el máximo respeto. Lo que verdaderamente necesitan todos los recién nacidos sin excepción es sentirse queridos, no solo por sus madres sino por toda una familia o comunidad. Las madres siempre necesitan respeto, apoyo y reconocimiento.
Si amamantar se convierte en una obligación o en un mandato, apaga y vámonos. Si hay madres que se sienten criticadas, juzgadas o rechazadas por decidir no amamantar, lo estamos haciendo mal las y los que defendemos las bondades de la lactancia materna. Cada madre sabe qué es lo mejor para ella y para su bebé. Las circunstancias pueden ser tremendamente complejas. Ha llegado el momento de que hagamos una reflexión profunda. El mensaje que estamos dando los que promovemos la lactancia debe ser cambiado, o al menos matizado.
Como lactivista me preocupa mucho que la defensa de la lactancia materna pueda hacer que las madres que no han dado el pecho se sientan mal, culpabilizadas o angustiadas por la salud de sus hijos e hijas. Decir que el pecho es lo mejor es señalar o culpabilizar de alguna forma a las madres que no optan por el amamantamiento. Cuando ponemos el superlativo «lo mejor», damos en cierto modo a entender por la disyuntiva que no darlo es lo peor. ¿Qué madre no quiere lo mejor para su bebé? En ocasiones, lo mejor es enemigo de lo bueno.
Entre los años 2004 y 2006, la Agencia Pública de Salud de la Mujer del Departamento de Salud estadounidense lanzó una agresiva campaña para promover la lactancia materna. Se centraba en alertar de los riesgos de la lactancia artificial. La campaña se difundió en todos los medios y llegó a incluir imágenes de mujeres embarazadas subidas a un toro mecánico con el titular «Nunca correrías esos riesgos embarazada, ¿por qué hacerlo una vez que el bebé ha nacido?». Joan B. Wolf, profesora de estudios de género en la Universidad de Texas, realizó un análisis muy crítico de la campaña. Para ella, esta se incluía en algo más amplio: la presión para la «maternidad total». Una especie de código moral que presiona a las madres para que sean expertas en todo, en cada una de las dimensiones de la vida de sus bebés, comenzando desde el útero, renunciando a su individualidad o quedando reducidas a meras sirvientas cuya tarea principal consiste en proteger a sus criaturas de todos los riesgos. Wolf se preguntaba, además, si era ético provocar miedo y ansiedad a las madres para intentar que amamanten y cuestionaba las, según ella, presuntas ventajas de la lactancia materna, criticando la metodología de los estudios que le parecían poco rigurosos (Wolf, 2007).
Desde luego que angustiar o amenazar a las madres que optan por no dar el pecho no es la manera de promover la lactancia materna, sino más bien de enfrentar y dividir una vez más al colectivo de mujeres madres y probablemente a la sociedad. Dar el pecho no es lo mejor, pero sí lo normal (como bien dice en su blog la lactivista Patricia López Izquierdo). La leche materna es el mejor alimento para los más pequeños, pero dar el pecho no es siempre lo mejor: a veces, por desgracia, es lo más difícil.
Hay un grupo de apoyo en internet para las madres que optan por la lactancia artificial: Fearless Formula Feeder es un grupo de apoyo en la alimentación del lactante fundado por Suzanne Barston. Merece la pena escuchar a las madres que dan el biberón contar cómo se han sentido juzgadas por algunos profesionales sanitarios o avergonzadas al dar el biberón en según qué lugares.
El problema es que hay muchos intereses ocultos que pueden condicionar la libre elección de las madres. El negocio que supone para la industria farmacéutica y alimentaria el mercado de la lactancia artificial es incalculable. Y esa industria tiene unos tentáculos alargados que llegan mucho más lejos de lo que se podría imaginar, de maneras invisibles o sutiles.
Para empezar, el negocio de la leche de fórmula campó a sus anchas durante la segunda mitad del siglo pasado erradicando casi por completó la cultura tradicional del amamantamiento.
«Formula feeding is the longest lasting uncontrolled experiment lacking informed consent in the history of medicine» [«La lactancia artificial es el experimento más duradero sin grupo control ni consentimiento informado en la historia de la medicina»]. La frase es de Frank Oski (1932-1996), que fue catedrático de pediatría de la John Hospkins y editor de la prestigiosa revista Pediatrics. Todavía a día de hoy es difícil conocer las consecuencias a largo plazo de la introducción masiva de la lactancia artificial como manera de alimentar a los bebés a partir de los años cincuenta y sesenta en el mundo occidental.


Fuente: CLICK

6 comentarios:

  1. Yo ampliaria esta reflexion no solamente a la lactancia sino a todo lo relativo a la educación. No hay una única "mejor" manera de educar. Cada madre tiene que elegir lo que mejor le vaya para su familia y sus hijos y esto puede implicar muchas cosas. Incluso puede implicar elegir conscientemente por el colegio. Me ha hecho recordar el video que publique en el blog http://orca-alce.blogspot.com.es/2015/01/todos-somos-madres-y-padres.html

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  2. Sí, Marvan... ya ví este vídeo... je je je. Me parece muy blanco y negro y una parodia pero los últimos segundos son geniales y lo dicen TODO...
    La verdad, es que si somos honestas con nosotras mismas y sobre todo humildes y sabemos reconocer nuestras necesidades y limitaciones pues estoy totalmente de acuerdo contigo!!!!!!!
    Un abrazo.

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  4. Hace falta más respeto. No dar por sentado tantas cosas. Es agotador juzgar y sentirse juzgado.
    Es una pena que para defender algo se deba atacar al otro bando.

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