La raíz de la violencia. 12 Puntos:
Hace ya varios años que está científicamente comprobado que los efectos
Hace ya varios años que está científicamente comprobado que los efectos
devastadores de los traumatismos infligidos a los niños repercuten
inevitablemente sobre la sociedad. Esta verdad concierne a cada
individuo por separado y debería –si fuese suficientemente conocida–
llevar a modificar fundamentalmente nuestra sociedad, y sobre todo a
liberarnos del crecimiento ciego de la violencia. Los puntos siguientes
ilustrarán esta tesis.
• Cada niño viene al mundo para expandirse, desarrollarse, amar, expresar sus necesidades y sus sentimientos.
• Para poder desarrollarse, el niño necesita el respeto y la protección
de los adultos, tomándolo en serio, amándolo y ayudándolo a orientarse.
• Cuando explotamos al niño para satisfacer nuestras necesidades de
adulto, cuando le pegamos, castigamos, manipulamos, descuidamos,
abusamos de él, o lo engañamos, sin que jamás ningún testigo intervenga
en su favor, su integridad sufrirá de una herida incurable.
• La reacción normal del niño a esta herida sería la cólera y el dolor.
Pero, en su soledad, la experiencia del dolor le sería insoportable, y
la cólera la tiene prohibida. No le queda otro remedio que el de
contener sus sentimientos, reprimir el recuerdo del traumatismo e
idealizar a sus agresores. Más tarde no le quedará ningún recuerdo de lo
que le han hecho.
• Estos sentimientos de cólera, de impotencia, de desesperación, de
nostalgia, de angustia y de dolor, desconectados de su verdadero origen,
tratan por todos los medios de expresarse a través de actos
destructores, que se dirigirán contra otros (criminalidad, genocidio), o
contra sí mismo ( toxicomanía, alcoholismo , prostitución, trastornos
psíquicos, suicidio).
• Cuando nos hacemos padres, utilizamos a menudo a nuestros propios
hijos como víctimas propiciatorias: persecución, por otra parte,
totalmente legitimada por la sociedad, gozando incluso de un cierto
prestigio desde el momento en que se engalana con el título de
educación. El drama es que el padre o la madre maltratan a su hijo para
no sentir lo que le hicieron a ellos sus propios padres. Así se asienta
la raíz de la futura violencia.
• Para que un niño maltratado no se convierta ni en un criminal, ni en
un enfermo mental es necesario que encuentre, al menos una vez en su
vida, a alguien que sepa pertinentemente que no es él quien está
enfermo, sino las personas que lo rodean. Es únicamente de esta forma
que la lucidez o ausencia de lucidez por parte de la sociedad puede
ayudar a salvar la vida del niño o contribuir a destruirla. Esta es la
responsabilidad de las personas que trabajan en el terreno del auxilio
social, terapeutas, enseñantes, psiquiatras, médicos, funcionarios,
enfermeros.
• Hasta ahora, la sociedad ha sostenido a los adultos y acusado a las
víctimas. Se ha reconfortado en su ceguera con teorías, que están
perfectamente de acuerdo con aquellas de la educación de nuestros
abuelos, y que ven en el niño a un ser falso , con malos instintos,
mentiroso, que agrede a sus inocentes padres o los desea sexualmente. La
verdad es que cada niño tiende a sentirse culpable de la crueldad de
sus padres. Y como, a pesar de todo, sigue queriéndolos, los disculpa
así de su responsabilidad .
• Hace solamente unos años, se ha podido comprobar, gracias a nuevos
métodos terapeúticos, que las experiencias traumatizantes de la
infancia, reprimidas, están inscritas en el organismo y repercuten
inconscientemente durante toda la vida de la persona. Por otra parte,
los ordenadores que han grabado las reacciones del niño en el vientre de
su madre, han demostrado que el bebé siente y aprende desde el
principio de su vida la ternura, de la misma manera que puede aprender
la crueldad.
• Con esta manera de ver, cada comportamiento absurdo revela su lógica ,
hasta ahora ocultada, en el mismo instante en que las experiencias
traumatizantes salen a la luz.
• Una vez conscientes de los traumatismos de la infancia y de sus
efectos podremos poner término a la perpetuación de la violencia de
generación en generación.
• Los niños, cuya integridad no ha sido dañada, que han obtenido de sus
padres la protección, el respeto y la sinceridad necesaria, se
convertirán en adolescentes y adultos inteligentes, sensibles,
comprensivos y abiertos. Amarán la vida y no tendrán necesidad de ir en
contra de los otros, ni de ellos mismos, menos aún de suicidarse.
Utilizarán su fuerza únicamente para defenderse. Protegerán y respetarán
naturalmente a los más débiles y por consecuencia a sus propios hijos
porque habrán conocido ellos mismos la experiencia de este respeto y
protección y será este recuerdo y no el de la crueldad el que estará
grabado en ellos.
Alice Miller 2008
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