Si lo que más nos preocupa e interesa es el bienestar físico, emocional e
intelectual del niño y el hecho de que él o ella pueda llegar a ser la persona
que ha venido a ser, nos daremos cuenta que para que él niño verdaderamente
pueda conectar con su ser esencial más profundo necesitará de una mamá y un
papá conectados emocionalmente con él y también el poder disponer de un entorno
lo suficientemente seguro donde se le ayude a desplegar sus intereses, pasiones
y talentos.
Educar es
extraer del otro, dejar salir y florecer y no el hecho de querer introducir conocimientos
académicos en el otro. Los niños ya son un todo y lo ideal sería permitir
que ese todo se manifieste. Ellos ya
vienen conectados a su sí mismo. Somos los adultos y el entorno quienes les
desconectamos de su verdadero ser. Salirse del sí mismo es un gran esfuerzo
para el alma infantil ya que el niño debe reprimir aquello que es genuino: sus
intereses, pasiones, ritmos e incluso su necesidad motriz.
Las emociones también son muy importantes a la hora de poder aprender. Las
emociones afectan a toda la vivencia infantil. Desde el juego, la alimentación,
las relaciones con iguales y posteriormente al aprendizaje formal. Las
emociones pueden generar la guerra o la paz. Para que un niño pueda aprender
libremente necesita sentir que sus necesidades son respetadas, satisfechas en
la medida de lo posible y escuchadas por los adultos referentes.
El sistema límbico, o lo que es lo mismo, el cerebro emocional necesita ser
estimulado para poder aprender y hacer las conexiones neuronales necesarias.
Cuando un niño está estresado, preocupado, siente ansiedad, miedo, culpa o no
se siente feliz ni está a gusto los niveles de cortisol y adrenalina se
disparan y suben. Por tanto, hay una pérdida de riego sanguíneo en la base
pre-frontal cerebral que nos bloquea la conexión neuronal y nos hace sentir que
no podemos o no valemos… Dicho de otro modo, cuando un niño se siente feliz,
valorado, tenido en cuenta, escuchado, seguro… los niveles de beta-endorfina
suben y hay más riego sanguíneo en la base pre-frontal, por tanto aprender es
más fácil al estar conectados con la creatividad y el ser esencial… Mario
Alonso Puig lo explica muy bien y en una resonancia funcional magnética se
pueden comprobar dichos niveles y sus efectos.
En resumen, para poder tener acceso al ser esencial de cada niño y a sus
talentos innatos sería necesario dejarles conectar con sus propios ritmos y
pulsos. Además de propiciar un ambiente seguro emocionalmente hablando. Acompañarles desde quienes ya son, desde el
lugar de dónde vienen y permitirles llegar a dónde quieren llegar.
La enseñanza formal tradicional hace que el niño tenga que reprimir dichos
ritmos ya que debe adaptarse al grupo o al profesor. Esta despersonalización
debido a tener que hacer todos lo mismo al mismo momento, del mismo modo y al mismo ritmo nos aleja totalmente de
nuestro verdadero ser, de nuestros verdaderos intereses, deseos, ilusiones,
pasiones y talentos. Llegamos a la
adolescencia totalmente desconectados y sin saber quiénes somos, de dónde
venimos y mucho menos a donde queremos y deseamos ir. Esto es un verdadero
desastre ecológico para la humanidad. El aprendizaje dirigido y forzado no
favorece el verdadero propósito que cada niño lleva dentro de sí. Los unifica y
los separa y desconecta de quienes realmente han venido a ser. Los centros de
enseñanza convencionales están organizados para el día a día de los adultos no
del niño. No favorece el despliegue de la creatividad más bien la reprime. Los
centro culpan a los padres y los padres se quejan de los centros. Y los niños
son los rehenes. Nadie mira al niño ni a
sus verdaderas necesidades. Hay que buscar soluciones a favor del desarrollo de
los niños y no en su contra. Darles más voz y mirada. Tenemos que empezar a
mirar por fuera del rebaño si realmente queremos que lleguen donde quieren ir. Hay que empezar a escuchar la voz del niño
que nadie oye.
Nos cuesta confiar en el verdadero potencial humano ya que pocos confiaron
en el nuestro. Cada vez hay mayor
distancia entre la vivencia interna real de los niños y lo que se espera de
ellos. Cuanta más distancia emocional haya entre la experiencia y la
vivencia del niño y su entorno, menos podrá conocerse, comprenderse y
desarrollarse.
¿Cómo aprende
realmente un niño?
Para poder aprender tenemos que tener interés, pasión y motivación
intrínseca (la que nos viene de dentro, del corazón y no la motivación externa
por medio de premios, amenazas y castigos). Los niños no necesitan ser
motivados externamente o recompensados con premios o castigos para aprender. Los
niños desconectados son los que no podrán saber que les gusta o qué les
interesa. Donde hay un verdadero interés hay aprendizaje. No se puede aprender
sin interés sino más bien sólo memorizamos. Y lo memorizado se acaba olvidando.
Los niños aprenden más y mejor cuando
están interesados en aquello que quieren o necesitan aprender. Para que un
niño pueda interesarse por algo necesita poder ver, experimentar, preguntar… a
su ritmo. Aprender es más emocional que
racional. Las emociones juegan un papel fundamental en el aprendizaje. La
creatividad sale de la pasión y no del razonamiento. Las pasiones salen del
corazón del ser esencial. No hay nada
que un niño pueda aprender de verdad que no sea desde su interior.
Realmente,
¿permitimos que esas pasiones se manifiesten? Podrá memorizar e introducir
conceptos académicos que luego olvidará o no le servirán. Hay niños que han ido
a escuelas convencionales durante años y acaban recordando muy poco porque nada
de eso les interesaba ni lo necesitaban. John Holt ya lo decía: “Muy poco de lo que se enseña en la escuela
se aprende, muy poco de lo que se aprende se recuerda y, por último, muy poco
de lo que se recuerda se usa”. Un niño conectado podrá aprender a los 12
años una regla de 3 simple en 5 minutos y recordarla el resto de su vida.
Las escuelas alternativas, los hogares o los proyectos educativos deberían
ser lugares donde los niños pudieran ser ellos mismos sin expectativas
académicas de los adultos allí presentes. La
mirada no debería estar en CÓMO de bien hacen algo sino en QUÉ es lo que están
haciendo, qué les motiva, qué les interesa, qué les apasiona… Conseguir
fomentar esas pasiones y no apagarlas debería ser la función real de la madre,
padre o adulto acompañante. Identificar dichos talentos es fundamental. Todos
venimos con algo para ofrecer a la humanidad aunque muy pocos logremos hacerlo
realidad.
Algunos niños creen que no tienen talento ni pasión, que no valen, que no
sirven para estudiar. Son niños adaptados, resignados, desconectados de un ser.
Tuvieron que dejar de escucharse para obedecer y complacer a los profesores o
los padres. Dejaron de poder ser ellos mismos y reprimieron todo lo que tenían
para ofrecer al mundo.
¿Como podemos
recuperar a ese ser esencial escondido y dormido?
Preguntando al
niño o adolescente qué necesita, qué quiere, que desea, qué podemos hacer por
él. Intentar recordar qué es eso que nos pedía y no escuchábamos: mirada, juego,
conversación, amor, caricias, besos, atención, presencia, tiempo en exclusiva…
Podemos empezar a dar todo eso que no pudimos anteriormente. Intentar dejarle
ser él o ella misma sin juzgar lo que hace, cómo lo hace, cuándo lo hace y a
qué ritmo lo hace… Interesarnos por lo que realmente le interesa. Y si está tan
desconectado que parece que ya nada le interesa podemos empezar a proponer sin
imponer y a involucrarnos más en su día a día y hacer más cosas juntos. Lo más
importante es respetar los ritmos internos de sueño, hambre, juego, silencio,
movimiento… Necesitará tiempo y libertad para poder aprender a escucharse y a
confiar en su verdadero ser esencial. Necesitará de nuestra seguridad e intimidad
emocional para poder confiar en nosotros y llegar a poder abrirse de nuevo. Para
tener acceso a nuestro ser necesitamos conectar con la diversión, el juego, el
placer, la motivación intrínseca, los intereses, deseos y pasiones. Y para ello
un niño o adolescente necesita saber que eso que desea o necesita es válido,
correcto y aceptado por los padres y demás adultos referentes. Sin seguridad emocional no hay conexión
emocional. Muchos adolescentes desconectados eligen estudios o profesiones
por descarte, por el sueldo, por la salida profesional, por complacer a los
padres, por las notas… Muy pocos saben quiénes son realmente y que desean ofrecer
o qué les gusta. Todos tenemos talentos
y dones esperando ser vistos y esperando tener permiso para salir. La
desconexión total de nuestro verdadero ser puede llevar a la depresión.
En el proceso evolutivo y educativo estamos todos, no vale culpar la
sociedad o las escuelas. Las escuelas son una necesidad social del adulto. Un
niño no necesita de una escuela para aprender, crecer y desarrollarse. Necesita
unos padres amorosos que le aceptan y le quieren por ser quien es. Necesita de
un entorno seguro e interesante para poder ir interesándose por la vida. Necesita
de otros adultos acompañando dichos intereses y fomentando de nuevos. En la
primera infancia lo único que un niño necesita es poder jugar y jugar. Ese es
el diseño original. Si los niños tuvieran la libertad de hacer lo que más necesitasen
las 24 horas del día, en la primera infancia se pasarían el día entero jugando.
Jugando es cómo aprenden sobre el mundo que les rodea. El niño mientras juega hace montones de conexiones,
simboliza con el juego todo aquello que no entiende de este mundo, utiliza
su imaginación para reproducir vivencias que le producen miedo o ansiedad. El
juego, si es libre y no dirigido por el adulto, puede llegar a ser muy
terapéutico, sanador y aunque a veces no nos lo parezca, es una de las mejores
herramientas que tienen los niños para aprender casi de todo. Preguntémonos: ¿Qué es lo que podemos hacer por nuestros hijos o por los demás niños? No
olvidemos que los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar. Ya vienen
llenos y deberíamos permitir que florezca lo que ya llevan dentro.
El niño como mejor aprende es vivenciando y experimentando. El aprendizaje
formal es muy teórico y muy poco real y natural. Hay niños físicos, musicales,
manuales, creativos, mentales, naturistas… Howard Gardner ya nos habla de las
inteligencias múltiples y el cómo hay diferentes formas de aprender lo mismo.
Hay niños que prefieren leer sobre los temas que les gustan, hay quien les
gusta ver un documental, hay quienes prefieren conversar o escuchar mientras
alguien explica o lee. Hay niños que necesitan hacer algo con sus propias manos
para poder comprenderlo mejor… Hay niños que calculan mentalmente mejor que con
lápiz y papel, hay quienes les ayudan utilizar materiales didácticos, hay
quienes siempre utilizaran las calculadoras… Aprender es emocional y no
solamente racional e intelectual. Muchas escuelas sólo se fijan y se enfocan en
lo académico e intelectual sin tener en cuenta el mundo emocional del niño ni
sus verdaderas necesidades. Lo que un niño no necesita es estar seis u ocho
horas desconectado de sí mismo haciendo lo que otros están decidiendo por él. Un niño realmente concentrado en aquello
que le gusta e interesa es un niño conectado.
Lo más importante no es si los niños van a una escuela convencional,
alternativa o libre. O si son educados en casa académicamente o autónomamente
respetando sus ritmos e intereses. No hay una mejor manera. Cada niño tiene
necesidades diferentes. Lo importante es
que cada niño pueda conectar con quien es y desplegar ese ser que ha venido a
ser.
¿Y si no podemos
desescolarizarlo o llevarlo a una escuela alternativa?
Lo más
importante para el niño es que su madre le sienta y le entienda. Si mamá puede
sentir el mal estar o la desconexión del hijo y se la nombra y empieza a
validar sus emociones el niño se sentirá tenido en cuenta, escuchado, seguro y
comprendido. Aunque tenga que seguir yendo verá que su mamá sí se interesa por
él y por lo que le pasa. La única verdad es aquello que el niño manifiesta.
Debemos intentar ver aquello que le pasa al niño que es verdad. Tenemos que sentir lo que le pasa. Ponerle
palabras y hacer algo al respecto.
NOTA: Este próximo mes de octubre 2015 vamos a tratar en la TRIBU DE MADRES CONSCIENTES este tema (aprendizaje formal y autónomo) junto con todos los demás temas relacionados con la Crianza Consciente. Te invito a unirte: CLICK
Buenos días ... Quería decirle que te sigo desde hace un año cuando descubrí tu blog y leo con mucho interés todo lo que publicas. Tengo un niño de 2 años y 4 meses y me veo en la situación de tener que llevarlo a una escuela porque… por mucho que me gustaría educarlo en casa… no puedo porque trabajo… Estoy interesada en buscar escuelas alternativas para el… estamos pensando entre Montessori y Waldorf y no se cual elegir. Creo que para mí, y pensando en su futuro, sería mejor Montessori, pero para el en este momento… creo que le gustaría más Waldorf. Como podría averiguar cuál es la mejor opción para mi niño que o para ni un segundo? Muchas gracias!
ResponderEliminarDaniela, no conozco a tu hijo y no puedo decirte qué sería mejor para él. Por que no le llevas a ambos sitios para ver como se siente en ellos. Lo más importante, en mi opinión, no es si es Montessori o Waldorf o lo que sea... sino las personas con las que se va a relacionar. Los profesores y acompañantes son quienes le van a acompañar... Sería necesario que conecte emocionalmente con ellos...
ResponderEliminarUn abrazo.