Acabo de leerme
"El saber Proscrito"." de mi gran maestra
Alice Miller.
Este es el cuarto libro que he leído de esta gran mujer defensora
y luchadora de los derechos de los niños y en contra de cualquier tipo de violencia
hacia ellos.
Tampoco está nada de acuerdo en como se enfoca y utiliza el psicoanálisis
de Freud (personalmente yo tampoco) ni como muchos terapeutas de hoy en día tratan a sus “pacientes”. En
mi opinión, encontrar al terapeuta adecuado puede ser tan o más difícil que
solucionar los problemas en cuestión que alguien pueda tener.
Y aquí os copio esto del libro el “El Saber Proscrito”:
“El paciente necesita estar rodeado de personas que se
pongan sin reservas a favor del niño. Yo no encontraba en ninguna parte a esas
personas, ni siquiera en los terapeutas primarios.
Quería saber lo que había sucedido en mi primera
infancia, pero me faltaban los instrumentos necesarios. Con mis herramientas de
psicoanalista no iba a ninguna parte.
Viendo cómo muchos terapeutas siguen negando la verdad
acerca de los malos tratos en la infancia, no me cuesta nada imaginarme que ahí
se halla una parte importante de la respuesta a mi pregunta.
Al principio casi no podía concebir que mis ideas
fuesen correctas a pesar de ser yo la única que las sustentaba. Si todos
estaban de acuerdo, pensaba, en que sólo se pueden superar los síntomas si se
perdona a los padres, ¿cómo puedo estar segura de no engañarme? Al fin y al
cabo todos los demás, en conjunto, tienen que poseer mucho más experiencia que
yo. Sólo una cosa me dio la respuesta: los recuerdos, recientemente evocados,
del terror destructivo de mi madre. Comprendí que ese acuerdo general entre
todos los terapeutas no es fruto de sus experiencias, sino de su educación.
En las numerosas discusiones en grupo en las que
abordé el tema, apenas si había terapeutas que pudieran desprenderse de la
creencia de que para librarse de los síntomas hay que perdonar a los padres...
No se daban cuenta que de tal manera ejercían una manipulación pedagógica, y
ello para alcanzar un objetivo al servicio de la moral tradicional. Al aliarse
con dicha moral, los terapeutas recogen la herencia de los educadores que
siempre se ponen de lado de los adultos y en contra del niño.
El sustrato moral de esas terapias era la ineludible
exigencia educativa de perdonar a los padres una vez pasados los accesos de ira
temporalmente permitidos. Tuve noticia de una persona que, al final de una
terapia semejante "se lo perdonó todo" por fin a su padre —un
sádico—, y al cabo de dos años mató, sin motivo aparente, a un hombre que no
tenía culpa de nada. Esa información confirmó mis suposiciones.
Como ya ha perdonado a sus padres durante la terapia,
el sujeto no podrá dejar paso a sus nuevos sentimientos de ira, y correrá el
riesgo de proyectarlos sobre otras personas. Dado que entiendo por terapia el
descubrimiento sensorial, emocional y mental de la verdad reprimida en el
pasado, veo en la exigencia moral de reconciliación con los padres un bloqueo y
una paralización insoslayables del proceso terapéutico.
[En las cartas a
Miller se hallan a menudo afirmaciones de psicoanalistas:]
·
"Eso sin duda fue un mal trago para usted, pero
hace ya tanto tiempo. ¿No va siendo hora de olvidarlo?"
·
"El odio no le hace a usted ningún bien, le
envenena la vida y prolonga su dependencia de sus padres. Hasta que no se
reconcilie con sus padres, no se verá libre de ellos".
·
"Intente ver también el lado positivo. ¿Verdad
que sus padres a los que usted califica de malvados le pagaron sus estudios?
¿No le parece que usted es injusta?"
·
"No quiero forzarla a perdonar, pero no tendrá
usted paz si sigue siendo tan intransigente, si no perdona".
·
"Nadie se cura echándole la culpa a otros. No hay
que olvidar que el niño también tiene una responsabilidad".
·
"Los padres también son personas y pueden
equivocarse".
[En su libro Miller
les responde a los analistas:]
Todas estas afirmaciones tienen algo en común: son
desorientadoras y falsas, pero pasan generalmente por verdaderas, pues las
conocemos desde siempre.
El odio reprimido e inconsciente tiene efectos
destructores, pero el odio vivido no es veneno, sino uno de los caminos por los
que se sale de la trampa, del disimulo, la hipocresía o la franca
destructividad. Y uno en verdad se cura cuando, libre de sentimientos de
culpabilidad, deja de exonerar a los auténticos culpables; cuando uno se atreve
a ver y sentir por fin lo que éstos hicieron.
Cuanto más claro veía que muchos de los actuales
terapeutas se dedicaban a proteger el sistema educativo de sus padres a costa
de los pacientes, mayor se volvía mi desconfianza hacia las terapias.
Alice Miller
Sus libros nos ayudan tremendament a comprender el porqué de
muchas cosas que nos pasan ahora/hoy siendo adultos y padres. Al leerlos vamos
viendo las causas genuinas de muchos de nuestros “males” o comportamientos y
estados de ánimo no deseados. Son, en mi opinión, sanadores, reveladores,
inspiradores… Nos hablan de la “pedagogía negra” que nuestros padres y abuelos
usaban con el pretexto de educarnos y hacernos un bien. Pero en realidad cuanto mal nos ha hecho toda esa
intencionalidad en formar seres obedientes y “buenos”.
Muchas veces sin darnos cuenta o, quizás, sí nos demos cuenta
pero no queremos o podemos admitirlo, repetimos los mismos modelos/roles/patrones
(por no decir errores), que nuestros padres cometieron con nosotros. Es decir,
muchas veces no somos realmente auténticos, si no que somos el reflejo de lo
que hemos vivido y sufrido. Hacemos a nuestros hijos lo mismo que nos
hicieron a nosotros casi sin ni siquiera
percatarnos de que en realidad solo somos la copia de nuestro padre o madre.
En muchas ocasiones es como si nuestro “niño” interior se rebelase en contra
de nuestros padres (lo que ellos nos dijeron o hicieron pero que no quiero
recordar) atraves de nuestros hijos.
Yo he leído: “Por tu propio bien”, “El cuerpo nunca miente”, “El
drama del niño dotado” y “El saber proscrito”. Pero aun me quedan por leer: “La
llave perdida” y “Salvar tu vida”.
Aquí os dejo estos artículos escritos por ella:
Articulos:
http://www.screamsfromchildhood.com/articulos_alice_miller.html