Tanto la autoestima como la motivación, la curiosidad y la creatividad son cualidades innatas de todo ser humano. Nacemos con ellas pero las vamos perdiendo poco a poco debido al entorno al que estamos expuestos y al trato que vamos recibiendo de los adultos cuando somos niños. Luego nos pasamos el resto de nuestra vida intentando fomentar y recuperar dichas cualidades como si nunca las hubiésemos tenido. Analicemos y miremos este hecho más detenidamente.
¿Dónde fue nuestra autoestima?
La autoestima, como su nombre ya nos indica, es el hecho de tener estima hacia uno mismo, valorarnos y aceptarnos tal y como somos. Todo niño nace sabiendo y confiando que sus necesidades más primarias y básicas serán tenidas en cuenta y satisfechas. Nos sentimos merecedores, seguros, aceptados, importantes por el mero hecho de existir. Luego, poco a poco y con el tiempo, vamos viendo que no se nos tienen tan en cuenta en muchas ocasiones y vamos perdiendo esa seguridad que un buen día tuvimos.
Nuestras necesidades son interpretadas y juzgadas en vez de satisfechas. Nos llaman caprichosos o demandantes cuando nuestras madres no pueden satisfacer nuestras necesidades por falta de fusión o recursos emocionales. Nuestra realidad empieza a ser hostil y empezamos a pensar que ya no somos esos seres maravillosos merecedores de todo el amor del mundo.
Nos empiezan a querer condicionalmente. Dependiendo de cómo nos comportamos obtenemos mirada y atención de los adultos o rechazo. Empezamos a reprimir emociones para seguir siendo mirados y queridos y se nos va parte la alegría que un buen día teníamos.
Nadie decide, por voluntad propia, dejar de sentirse merecedor de amor ni sentirse inferior a los demás o inseguro. Empezamos a perder nuestra autoestima cuando alguien importante en nuestra vida, nuestros padres, demás familiares, profesores…, nos empieza a tratar como si no fuésemos merecedores de ese amor incondicional que todos anhelamos y cuando nuestras necesidades no son importantes para ellos. Nos empiezan a criticar y a juzgar y poco a poco nos van robando una de las más preciadas cualidades que todo ser humano tiene al nacer y que muy pocos conservamos. Conservamos.
¿Qué le ocurrió a nuestra motivación y curiosidad?
Lo más importante no es cómo de motivado esta alguien si no cómo ese alguien se motiva. Hay la motivación intrínseca (que viene de dentro de uno mismo) o la motivación extrínseca (la que alguien provoca desde fuera con algún tipo de recompensa, premio, alabanza, nota…)
Una vez vemos la importancia de distinguir estos dos tipos de motivación, nos daremos cuenta que la motivación extrínseca (la que alguien desde fuera provoca) anula o disminuye nuestra motivación intrínseca ya que toda nuestra atención recae en la recompensa recibida y no en la acción misma y dicha atención nos desconecta de quien somos y de aquello que realmente nos motiva e interesa. Cuanto más se quiere motivar (forzar, obligar…) a alguien para que haga algo, menos motivación intrínseca (interés autentico) se consigue. Cuando se le ofrece un incentivo o una recompensa a alguien para que haga algo que nosotros queremos lo que se suele conseguir no es precisamente lo deseado (que muestre interés) si no que pierda interés por esa actividad al ser impuesta.
Los niños no necesitan ser recompensados para aprender. El deseo de aprender y saber es algo innato y natural. Lo menos que podemos hacer es no ahogarles ese deseo intentando motivarles con técnicas manipulativas. Los niños aprenden más y mejor cuando están interesados en aquello que quieren aprender. Ellos tienen una predisposición natural para sacar el mayor sentido (comprender, entender…) de todo lo que les rodea. Nacen con curiosidad por saber. El control y la autoridad matan la motivación, la curiosidad y el interés.
¿Qué entendemos por ser creativo?
Ser creativo no es solamente el hecho de ser capaz de poder pintar un cuadro o hacer alguna actividad artística. La creatividad es la cualidad necesaria, por ejemplo, para resolver problemas cotidianos y para poder llegar a acuerdos con los demás… Sin creatividad nos es más difícil tomar la mejor decisión en un momento determinado. Sin creatividad nos atascamos en un problema sin ser capaces de darle otra mirada. Sin creatividad nos sentimos incapaces de conectar con nuestros hijos cuando quieren hacer actividades artísticas o juegos simbólicos.
La creatividad también nos fue arrebatada siendo niños cuando se nos dijo que los elefantes no vuelan o que los delfines no son de color verde. También se nos hace imposible desarrollar la creatividad si siendo niños los adultos nos están diciendo en cada momento lo que tenemos que hacer, cuándo y cómo… Es vital el tiempo libre para poder jugar y jugar hasta que el cuerpo nos pide otra actividad. El juego libre y espontaneo es la actividad que la naturaleza diseñó para los niños en su primera infancia. ¿Por qué nos cuesta tanto permitir que los niños jueguen largas horas? A caso se nos olvidó que eso era precisamente lo que nosotros, siendo niños, también deseábamos.
Todo ser humano nace teniendo todas estas cualidades y con la seguridad absoluta de que va a ser querido y esperando que sus necesidades primarias, básicas, emocionales, motrices e intelectuales van a ser satisfechas y tenidas en cuenta. No obstante, luego aprende que no siempre es así.
Esas cualidades son arrebatadas a los niños a consecuencia de cómo les tratamos y nosotros les seguimos tratando así por cómo fuimos nosotros tratados… Una vez son adultos se pasan la vida intentando recuperarlas tal y como estamos haciendo aún nosotros, sus padres, familiares y profesores. Ahora es el momento de romper con esta cadena y esa decisión está en nuestras manos aquí y ahora.
Gracias por leerme y no olvidemos que nosotros también fuimos uno de esos niños que un día le fue arrebatada alguna de estas cualidades sino todas.
Seamos el cambio que nuestros hijos merecen que hagamos.
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